Los verdiblancos pueden jugar un poco mejor o un poco peor, pero ganan. Eso no lo hacen sus rivales directos. Ejemplos recientes de partidos flojos fueron los del Recreativo de Huelva o la primera parte contra Osasuna. Exponentes de lo segundo pueden ser el del Valladolid o un escalón por debajo el mismo en el Miniestadi frente al Barcelona B. Todos, eso sí, valen tres puntos igualmente.
El Betis fue mejor que el filial, pese que el partido estuvo abierto en algunas fases. Los de Mel merecieron vencer. Con un once más ofensivo que jornadas atrás -un solo pivote defensivo-, el equipo mandó y quiso la pelota. Sí es cierto que tuvo dos grandes pegas: una fue las oportunidades desaprovechadas; otra, la fragilidad atrás que hizo dudar en algún momento de la victoria.
Tres grandes protagonistas fueron claves en verdiblanco: Dani Ceballos, Jorge Molina y Adán. Curiosamente los tres han sido vitales en los últimos meses para desequilibrar muchos de los partidos. Tres jugadores que han hecho que el Betis no sufra la archiconocida dependencia de Rubén Castro, tan acusada en algunos tramos del campeonato.
Adán, más allá de su desacierto en el tempranero gol de Sandro, fue imprescindible con paradas puntuales en varios mano a mano. Jorge Molina no faltó a su cita con el gol y anotó el que significó el definitivo. El alcoyano está haciendo de Rubén Castro en los últimos meses y, como siempre, ayudó a construir juego en tierras catalanas.
Lo de Dani Ceballos es punto y aparte. Sigue creciendo y a su partido más que completo como organizador, añadió un derechazo imposible para el meta local. El canterano es un centrocampista moderno, imprescindible en este Betis, y que suma muchas cualidades. Una de ellas, el gol. La más importante su calidad y clarividencia con el balón en los pies. El equipo jugó al son que marcó. Enésima razón para renovarlo y hacer el esfuerzo por el que lo vale.
Junto a estos tres, también destacó el partido de otros secundarios. Por ejemplo Molinero, con una buena internada y centro en el origen del segundo gol. También los destellos de Portillo, con sus asociaciones y pases finales. O Pacheco, quien se reivindicó y se agarra al once con fuerza.
Atrás sí sufrió más el Betis. Dio la impresión de que con poco el Barcelona B le hacía daño. Es aquello de la manta y taparse por un lado y destaparse por otro. Los de Mel fueron más ofensivos que partidos atrás y pasaron apuros ante un rival que -por mucho que esté abajo- tiene calidad y velocidad. Esa última cualidad propició que Varela y Jordi Figueras lo pasaran mal. Claro que el antídoto para casi todo eso fue Adán.
A pesar de los matices de las dudas atrás y de haber perdonado algunas ocasiones, el Betis fue mejor. En un estadio que por el ambiente parecía más el Villamarín que otra cosa, los de Mel dieron un nuevo golpe en la mesa que les acerca más al ansiado ascenso. Sana costumbre la de ganar la que ha adquirido el cuadro de Mel. Además esta vez fue intentando ser protagonista del partido