Tras derrotar a mitad de semana al Sporting en Copa, el conjunto verdiblanco hizo méritos más que suficientes para imponerse al Celta, un rival que salvó un punto en su visita al Villamarín por la falta de puntería de los pupilos de Pepe Mel, quienes, probablemente, firmaron ante los celestes su mejor duelo como locales de la temporada.
De hecho, el equipo cumplió con creces. Pese a mostrar algún que otro nervio en defensa, los heliopolitanos supieron contener a su rival sin grandes problemas, prodigándose en ataque y generando más de un quebradero de cabeza a la zaga gallega. Petros, inconmensurable en tareas de contención, daba equilibrio a la medular, al tiempo que Ceballos mostraba criterio en todas y cada una de sus intervenciones. Sólo faltaba que los de arriba acertasen.
Pero, desgraciadamente, no lo hicieron hasta la recta final, cuando Molina neutralizó el tanto de Bongonda que, por momentos, llegó a presagiar la quinta derrota liguera de la escuadra de las trece barras en su estadio. Sin embargo, esta vez la historia fue diferente. El Betis sólo se tambaleó unos instantes justo después del gol visitante, fajándose después en la búsqueda de un empate que debió llegar mucho antes. En cualquier caso, bien pudo subir al marcador el 2-1 en los estertores del partido, ya que hubo ocasiones, pero, de nuevo, faltó puntería.
Sea como fuere, la igualada deja un buen sabor de boca en la afición, que por fin pudo ver al equipo a la altura de las circunstancias en casa. La intensidad fue la nota predominante sobre el césped, donde quedó patente el acierto de Mel en los cambios, destacando no sólo la aportación de Molina, sino también la de un Vadillo que a base de movilidad y ganas volvió a dejar claro que hay extremo izquierdo. Ojalá éste sea por fin su año.
Como también sería deseable que ahora que las tornas empiezan a cambiar en el Villamarín todo siga por los mismos derroteros cuando toca jugar a domicilio, como sucederá ante Las Palmas el próximo sábado. Ganar allí dejaría casi la mitad de la permanencia en el bolsillo, al tiempo que también provocaría que el conjunto verdiblanco llegase con la moral por las nubes a un derbi que ya se ve en lontananza.
Será en ese duelo de rivalidad cainita donde el Betis deberá confirmar de nuevo que lo visto frente a Sporting y Celta no ha sido un espejismo, sino un síntoma claro de que por fin empiezan a funcionar las cosas como deberían en Heliópolis, donde parece habérsele dado la vuelta a la tortilla, aunque, en términos ligueros, se consiguiese un botín que, a tenor de los méritos exhibidos en el campo, resultó demasiado escaso.