Desde allí deben sentarse las bases del equipo que en la próxima campaña deberá hacer gala de la ambición y la regularidad que se ha echado tanto de menos en diversas fases de la que acaba de echar el cierre.
Una tarea titánica que obliga a hacer la enésima revolución en la plantilla y que al nuevo director deportivo, Miguel Torrecilla, ya le está quitando horas de sueño.
No en vano, hacen falta refuerzos para todas las demarcaciones salvo la portería. Y, lo que es más, hay un evidente exceso de equipaje que se quiere aligerar antes de que el balón eche a rodar, intentando que no se repita el fracaso de la operación salida del pasado verano, un 'handicap' que lastró, y de qué manera, la planificación liderada por Eduardo Macià.
Probablemente por ello, su sucesor en el cargo ha empezado haciendo un ejercicio de transparencia sin precedentes, admitiendo en sala de prensa la situación de todos y cada uno de los integrantes de una plantilla en la que, a día de hoy, Poyet tendría lo justo para conformar un once inicial. De hecho, el uruguayo apenas cuenta con los dos porteros (Adán y Dani Giménez) y diez jugadores de campo (Bruno, Pezzella, Piccini, N'Diaye, Petros, Ceballos, Joaquín, Cejudo, Fabián y Rubén Castro), a expensas de lo que suceda en las negociaciones por una nueva cesión de Musonda.
Los demás tendrán que hacer las maletas en las próximas semanas, dejando sitio en el vestuario a las, al menos, 10 incorporaciones que habrán de completar la plantilla para dar ese salto de calidad que tantísimo tiempo se lleva pregonando pero que nunca termina de hacerse realidad.
Una reestructuración profunda que huye del conformismo que podría haber generado la consecución del décimo puesto liguero y que pone como punto de partida las malas sensaciones que dio el equipo, algo que se quiere desterrar por completo de cara al próximo proyecto.
Así pues, a Torrecilla le espera un verano complicado y exigente, con muchísimo trabajo por delante. Un reto en toda regla que el nuevo director deportivo inicia sin nada que esconder y exhibiendo una transparencia absolutamente sorprendente.
Parece tener las cosas tan claras que, pese a haber prometido que no daría demasiada información a la prensa, prefiere admitir públicamente por dónde van los tiros para que no se especule demasiado con qué va a pasar con los que ya están. Otra cosa será lo que suceda en relación a los que vendrán.
Sea como fuere, las líneas maestras del nuevo proyecto se encuentran perfectamente definidas y expuestas ante todo el beticismo, que a partir de ahora solo tendrá que esperar acontecimientos. Es presumible que los movimientos empiecen pronto y deparen un verano de lo más entretenido por Heliópolis, donde las puertas de salida y entrada estarán abiertas de par en par gracias a una nueva etapa que arranca sin dobles lecturas, sino siendo tan cristalina como el agua.
J. Julián Fernández