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ID:	6575758Sin duda, la mayor decepción de la 'Era Macià' en Heliópolis, con permiso de Damiao y Tarek, fue Van der Vaart. Llegó con la vitola de fichaje mediático, ejerciendo como reclamo para la campaña de abonos y prometiendo que haría todo lo posible para volver a ser ese crack que hacía tiempo que había dejado de ser. Incluso, soñaba con ganarse un sitio para la Eurocopa de Francia, aunque pronto su selección se encargó de rebajar sus expectativas.

Fue solo el principio de una temporada para olvidar, en la que se habló más del neerlandés por sus recurrentes problemas físicos, sus constantes salidas nocturnas, sus habituales ausencias en las convocatorias y los incansables esfuerzos de la dirección deportiva por encontrarle destino que por sus prestaciones sobre el césped. De hecho, salvo un par de detalles en Copa frente al Sporting poco más se puede destacar del '23', a quien, por razones obvias, se le ha puesto el cartel de transferible este verano.

Sin embargo, el nuevo cuerpo técnico parece seguir manteniendo cierta esperanza en recuperarle para la causa. Sobre todo, el preparador físico, Marcos Álvarez, que le ha tendido públicamente la mano, destacando que, si él quiere, puede tener el próximo curso la importancia que se le negó o no quiso asumir en éste. Calidad le sobra y, con Vargas también deshojando la margarita de su adiós, no sobran en el vestuario especialistas a balón parado, por lo que la oportunidad de que pueda redimir sus pecados resulta más que cierta.

Sin embargo, Van der Vaart no se da por enterado. Continúa como si la guerra no fuese con él, diciendo que si no llega una oferta interesante se quedará en Heliópolis, donde dice haber sufrido bastante al ver demasiados partidos desde la grada, pero sin hacer propósito de enmienda. Parece dispuesto a dar completamente la razón a los agoreros que los daban por 'muerto' antes siquiera de debutar, bajando los brazos pese a que le endulzan el oído dándole un azúcar para el que en absoluto ha hecho méritos.

Así, el holandés sigue emborronando su paso por un Betis que esperaba muchísimo de él y que cada día tiene más complicado colocarlo en algún sitio. Tenía que marcar diferencias y ser un referente, pero hasta ahora solo lo es de lo que no se debe hacer. Puede que en sus botas quede aún mucho fútbol y de bastantes quilates, aunque su cabeza ya no está por la labor de que la fiel infantería verdiblanca (y probablemente tampoco cualquier otra) pueda disfrutarlo.

Su estrella se apaga antes de tiempo y eso no pasa desapercibido para nadie, ni siquiera para sus posibles 'novias', que cada vez serán menos. Su salida será uno de los mayores problemas con los que va a tener que lidiar Torrecilla, que, quizás por eso, confiaba en la posibilidad de que quisiese callar bocas sin moverse de La Palmera. Lastima que a Van der Vaart, a estas alturas, eso le dé completamente igual.

Él ha encontrado su retiro dorado, con un buen sueldo sin necesidad de jugar, sol, cerca de su familia materna y plagado de locales nocturnos en los que se ha ganado por derecho propio descuentos de cliente habitual. ¿Correr, para qué? Eso que lo hagan los jóvenes. Además, él no pidió venir, sino que vinieron a buscarle. Vaya tino tuviste al traerlo, Macià.