CeballosCatorce meses después, el Betis volvió a encadenar dos victorias consecutivas en Liga. Un hito que se daba casi por imposible esta temporada, pero que ha llegado cuando menos se esperaba, tumbando de manera consecutiva a un Eibar que mira de reojo a Europa y a un Celta que puede estar a sólo tres partidos de su primer cetro continental.

Cierto es que en ambos choques ninguno de los rivales mostró sus mejores cartas, sobre todo en Balaídos, donde los celestes, con los deberes hechos en la Liga, prefieren reservar fuerzas para esa doble cita con el Manchester United en su camino hacia la historia. Pero eso no debe quitar mérito a un conjunto verdiblanco que en Vigo ofreció una gran imagen que ojalá hubiese aparecido antes en escena. De ser así, las cosas habrían sido bien distintas.

Porque, por una vez, Víctor Sánchez del Amo probó en el campo con un equipo con menos defensas que de costumbre, donde Adán volvió a ser infranqueable bajo palos, Mandi hizo olvidar la ausencia de Pezzella en la zaga, Durmisi ejerció una vez más a modo de puñal por la izquierda, Brasanac se dejó el alma en la parcela ancha y la dupla Ceballos-Joaquín derrochó el criterio que tantas veces faltó en la 'sala de máquinas'.

Tan bien funcionó todo que ni siquiera se echó de menos a un Rubén Castro al que probablemente quieran acostumbrar al banquillo antes de tiempo. Puede que no esté en su mejor momento, pero sigue teniendo más gol que todos sus compañeros juntos y es historia viva en verdiblanco, razones más que suficientes como para recibir otro trato.

Aunque dicho esto, para qué engañarse, acostumbrarse a ganar sin depender tanto de él también debe ser considerado como una gran noticia. Y más aún cuando los triunfos apenas llegaban de mes en mes, convirtiendo fracaso este proyecto que, caprichos del destino, comienza a dar la talla cuando ya no queda nada más en juego que el orgullo.

Ese que parecía no tener un vestuario que ha despertado demasiado tarde para mirar a las alturas, pero que, ya sea por iniciativa propia o facilidades rivales, al fin y al cabo lo ha hecho. Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, aunque con sólo cinco jornadas por delante, no son pocos los que dejan escapar un suspiro mientras se preguntan: "y esto, ¿por qué no lo hicieron antes?".

Al menos, queda el consuelo de que así se puede recuperar una sonrisa a la que le ha costado demasiado aparecer por Heliópolis. El azar ha querido que lo haga cuando ya no se puede alcanzar el objetivo, pero justo en el momento en el que se debe separar la **** del grano para evitar que el próximo curso la historia vuelva a repetirse. Quizás por eso la plantilla por fin se ha puesto seria. Si no hay nada como verse en peligro para reaccionar... aunque, como dice el refrán, "a buenas horas, mangas verdes".