Yo, que en mis ratos libres ayudo en lo que puedo al equipo de mi barrio, mal que bien mantiene la estructura con el esfuerzo de mucha gente, que de forma desinteresada se deja muchas horas para que cientos de niños y jóvenes jueguen al fútbol.

Y juegan, y si bien no estamos en las categorías más nobles, si que nos batimos el cobre en otras categorías.

El caso es que nuestro primer equipo está jugándose subir a primera provincial, y si hay suerte vamos camino de conseguirlo. Pero recuerdo una conversación de un buen hombre, uno de esos que se deja mucho por apoyar al equipo, ya sea como delegado, ya sea como directivo, ya sea como lo que haga falta.

Fue un momento de crisis, un momento que casi le hace dejarlo. En ese momento me dijo: "a este equipo le hace falta mucho para ser un equipo campeón". Fue un momento donde de arriba a abajo se produjeron unos hechos que llevaron a ese pensamiento.

El caso es que en un partido puntual hubo eso que pasa puntualmente. Ambos equipos perdieron los nervios, no se llegó a mayores, pero fue la actitud, tanto de jugadores como de algunos miembros del equipo.

Vi a este amigo sentado, triste, pensativo, y fue cuando se le vació el alma. Me dijo "Juan Carlos, si queremos ser campeones hay que ser un equipo campeón, y un equipo campeón no sólo mete goles, también sabe recibirlos, y goles no sólo en el campo se marcan y nos marcan. Así no se es campeón".

Aquellas palabras me llegaron muy dentro. De hecho, la actitud del equipo cambió poco a poco, principalmente porque este señor se encargó de que así fuese, creó unidad, creó ambiente de equipo y, sobre todo, la gente respondió. No es fácil, hay que implicarse, marcarse objetivos, hacer y pensar en muchas cosas, pero con un poco de orden, con ideas claras y con objetivos concretos un equipo, un club, puede llegar a ser campeón.

Y cuando digo campeón no lo digo de liga, lo digo campeón para los suyos, para que se sientan orgullosos no sólo del peso de su historia, no del escudo, sino orgullosos de compartir el camino, de las victorias y, también, de las propias derrotas.

Qué grande este hombre. De aquí mi reconocimiento.

Pd.: de hombres simples se desprende tanta sabiduría...