Jaime soto: Dos goles y una manera distinta de reaparecer
JAIME SOTO: DOS GOLES Y UNA MANERA DISTINTA DE REAPARECER
Publicado por Jesús Alba / junio 03, 2013 / Publicado en Headline, Slider / Ningún comentario
Jaime Soto, el día de su grave lesión. / Jesus M.
Del 1 de septiembre al 2 de junio van 7 meses y un día. Pero ahí está el secreto: no se lo tomó como una condena, sino como un paso necesario, si acaso como una prueba. En ellos este muchacho con alma de artista nunca volvió la cabeza atrás y nunca dejó de sonreír. La recompensa la tuvo ayer en Aguadulce, donde Jaime Soto volvió a sentirse futbolista. Claro que dos goles en el día de una reaparición así ayudan a volver a sentirse futbolista. Y tanto.
Aquel 1 de septiembre, Jaime, que había marcado un gol, recibía el golpe con el que parecía que perdía una batalla de la que ahora sale victorioso. Un mal movimiento y un dolor en la rodilla adquirieron unas palabras terroríficas: rotura del ligamento cruzado anterior, del menisco externo y afectación del cartílago. Pero no se rindió. Ninguna lesión lo iba a arrugar ya más que ésa. Como se atrevió a relatar él mismo como ejemplo a otros jóvenes talentos que reciben un palo semejante, se apoyó en los suyos igual que se agarró a las muletas y consiguió lo que parecía imposible, apretar los dientes sin dejar de sonreír. No faltó a un solo partido no sólo de sus compañeros, sino del Betis B, del Liga Nacional o los cadetes. Y allí estaba, en los entrenamientos animando a los suyos cuando no entrenaba fuerte en el gimnasio. Así, un día, y otro, y otro…
Hasta que llegó el momento. La temporada había pasado ya y Jaime Soto se había quedado estancado en ese gol que le marcó al Nervión en la primera jornada de Liga, en su estreno en la categoría posiblemente más bonita para un proyecto de futbolista profesional como es la División de Honor. Un amistoso en Aguadulce convirtió el domingo 2 de junio en el más grande para este delantero que anima un partido como lo hace con cualquier reunión de amigos. Y, claro, la suya no fue una reaparición cualquiera. Dos goles como si la rodilla hubiera estado siempre en su sitio, uno de ellos de los de llevarse las manos a la cabeza. Todo sucedió como en cámara lenta y ahí sigue, en la cabeza de Jaime. “He recibido de espaldas fuera del área y he hecho un control orientado, me he ido de uno y, escorado a la derecha, desde fuera del área le he pegado fuerte y la he cruzado pegada al palo”. La jugada lo persigue en sueños como en la celebración se le venían a la cabeza horas y horas de gimnasio. Luego anotó otro mandando a la red con la izquierda desde el punto de penalti un pase de la muerte.
Cualquiera hubiera firmado una reaparición así. Su amigo Álex Barrera, otro con sangre de artista, Cristóbal… sus compañeros redondeaban un 0-5 que tenía una sola dedicatoria: Jaime Soto, que se quedó a un gol de llevarse el balón a su casa. ¿O se lo llevó igualmente?
Publicado por Jesús Alba / junio 03, 2013 / Publicado en Headline, Slider / Ningún comentario
Jaime Soto, el día de su grave lesión. / Jesus M.
Del 1 de septiembre al 2 de junio van 7 meses y un día. Pero ahí está el secreto: no se lo tomó como una condena, sino como un paso necesario, si acaso como una prueba. En ellos este muchacho con alma de artista nunca volvió la cabeza atrás y nunca dejó de sonreír. La recompensa la tuvo ayer en Aguadulce, donde Jaime Soto volvió a sentirse futbolista. Claro que dos goles en el día de una reaparición así ayudan a volver a sentirse futbolista. Y tanto.
Aquel 1 de septiembre, Jaime, que había marcado un gol, recibía el golpe con el que parecía que perdía una batalla de la que ahora sale victorioso. Un mal movimiento y un dolor en la rodilla adquirieron unas palabras terroríficas: rotura del ligamento cruzado anterior, del menisco externo y afectación del cartílago. Pero no se rindió. Ninguna lesión lo iba a arrugar ya más que ésa. Como se atrevió a relatar él mismo como ejemplo a otros jóvenes talentos que reciben un palo semejante, se apoyó en los suyos igual que se agarró a las muletas y consiguió lo que parecía imposible, apretar los dientes sin dejar de sonreír. No faltó a un solo partido no sólo de sus compañeros, sino del Betis B, del Liga Nacional o los cadetes. Y allí estaba, en los entrenamientos animando a los suyos cuando no entrenaba fuerte en el gimnasio. Así, un día, y otro, y otro…
Hasta que llegó el momento. La temporada había pasado ya y Jaime Soto se había quedado estancado en ese gol que le marcó al Nervión en la primera jornada de Liga, en su estreno en la categoría posiblemente más bonita para un proyecto de futbolista profesional como es la División de Honor. Un amistoso en Aguadulce convirtió el domingo 2 de junio en el más grande para este delantero que anima un partido como lo hace con cualquier reunión de amigos. Y, claro, la suya no fue una reaparición cualquiera. Dos goles como si la rodilla hubiera estado siempre en su sitio, uno de ellos de los de llevarse las manos a la cabeza. Todo sucedió como en cámara lenta y ahí sigue, en la cabeza de Jaime. “He recibido de espaldas fuera del área y he hecho un control orientado, me he ido de uno y, escorado a la derecha, desde fuera del área le he pegado fuerte y la he cruzado pegada al palo”. La jugada lo persigue en sueños como en la celebración se le venían a la cabeza horas y horas de gimnasio. Luego anotó otro mandando a la red con la izquierda desde el punto de penalti un pase de la muerte.
Cualquiera hubiera firmado una reaparición así. Su amigo Álex Barrera, otro con sangre de artista, Cristóbal… sus compañeros redondeaban un 0-5 que tenía una sola dedicatoria: Jaime Soto, que se quedó a un gol de llevarse el balón a su casa. ¿O se lo llevó igualmente?
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