Escrito por Mateo González lunes, 22 de septiembre de 2008
www.alfinaldelapalmera.com
Tres partidos y el casillero de goles a favor inmaculado. Tres jornadas sin cantar una alegría, sin dar un bote sobre el asiento, pero con muchos huys. Ocasiones sí, tantos no. Ahí ha descubierto el Betis su primer problema. Y vaya problema. El fútbol consiste en meter la pelota en el rectángulo rival llamado portería y no hay quien lo haga en este equipo. Al menos aún no ha aparecido y el Sevilla se escapó vivo en el derbi. La satisfacción es que el equipo llega, la frustración es que nadie las empuja hacia dentro. ¿Pavone? Va camino de la desesperación, de la depresión futbolística. Se le ve tocado anímicamente. Llega tarde y el gol pasa muy rápidamente de obligación a obsesión y ahí aparecen los desajustes en su motivación. Ve de cerca el banquillo, es el más discutido, pero aún le salva que la plantilla no sea la mejor de la historia del Betis y no haya, ni siquiera, un delantero de ciertas garantías para sustituirle.
Porque, ¿quién tiene la culpa de que no haya un goleador nato en este equipo? Cuando los fichajes parecían buenos, y casi todos siguen pareciéndolo, todo el que pasó por aquí se apresuró a levantar la mano para decir que eran suyos. Ahora que falta gol, ¿a quién hay que mirar? ¿Es un fallo de planificación hacer un equipo sin un nueve así?
Quizás hay quien piense que Edu lo solucionará todo, pero llegaríamos a la preocupante sensación de que sólo hay un once inicial y no piten a tal que sale cual, recordando al maestro Pepe Guzmán. El primer gol llegará y estas palabras se las llevará el viento, pero es innegable que si este Betis tuviera un ariete más solvente otra historia se estaría contando. En defensa de Pavone, también empezó mal el argentino la temporada pasada y luego se enchufó, aunque es difícil que se disfrace del goleador que reclama este equipo.
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Tres partidos y el casillero de goles a favor inmaculado. Tres jornadas sin cantar una alegría, sin dar un bote sobre el asiento, pero con muchos huys. Ocasiones sí, tantos no. Ahí ha descubierto el Betis su primer problema. Y vaya problema. El fútbol consiste en meter la pelota en el rectángulo rival llamado portería y no hay quien lo haga en este equipo. Al menos aún no ha aparecido y el Sevilla se escapó vivo en el derbi. La satisfacción es que el equipo llega, la frustración es que nadie las empuja hacia dentro. ¿Pavone? Va camino de la desesperación, de la depresión futbolística. Se le ve tocado anímicamente. Llega tarde y el gol pasa muy rápidamente de obligación a obsesión y ahí aparecen los desajustes en su motivación. Ve de cerca el banquillo, es el más discutido, pero aún le salva que la plantilla no sea la mejor de la historia del Betis y no haya, ni siquiera, un delantero de ciertas garantías para sustituirle.
Porque, ¿quién tiene la culpa de que no haya un goleador nato en este equipo? Cuando los fichajes parecían buenos, y casi todos siguen pareciéndolo, todo el que pasó por aquí se apresuró a levantar la mano para decir que eran suyos. Ahora que falta gol, ¿a quién hay que mirar? ¿Es un fallo de planificación hacer un equipo sin un nueve así?
Quizás hay quien piense que Edu lo solucionará todo, pero llegaríamos a la preocupante sensación de que sólo hay un once inicial y no piten a tal que sale cual, recordando al maestro Pepe Guzmán. El primer gol llegará y estas palabras se las llevará el viento, pero es innegable que si este Betis tuviera un ariete más solvente otra historia se estaría contando. En defensa de Pavone, también empezó mal el argentino la temporada pasada y luego se enchufó, aunque es difícil que se disfrace del goleador que reclama este equipo.
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