Una vez hubo un club con origen humilde, nacido del desprecio de los señoritos del otro club de esa ciudad. Este club siempre despertaba la simpatía de todas las personas del país, quizás por ese origen humilde y por el motivo de que en este club no se despreciaba a nadie por motivos sociales o económicos, ni de ningún otro tipo. Tanto es así que se convirtió en el único club con aficionados por todo el país, incluso por todo el mundo. Este club representaba valores olvidados en aquella sociedad como la humildad, la esperanza y la lealtad y sus aficionados lo tenían muy presente.
Pero, aunque este club no tuviera los medios económicos, ni el prestigio, ni el peso que sí tenían otros clubes, tenía algo que ninguno de ellos tendría nunca, su afición. Desde el nacimiento del club la afición fue el motor que lo echó a rodar, y la que hizo, que se ganarán títulos y que se convirtiera en uno de los más grandes del país considerado por todos, porque el apoyo de su afición rebasaba límites. Cuando un jugador jugaba en este club sentía el abrazo y el aliento de esta afición en cada partido que le daba más y más fuerzas para luchar. Tanto es así, que este club dejó de ser un club para convertirse en un sentimiento.
Ya desde que nació poseía lo que todos deseaban y ninguno tenía, su afición, la más grande y fiel del país, la única que estaba ahí siempre, sobretodo cuando más lo necesitaba. Y esta afición fue la que hizo que este club se convirtiera en un estilo de vida y un sentimiento. Los aficionados a este club, a diferencia de los demás aficionados de los demás equipos, no iban a ver jugar a unos jugadores o a ver ganar a un equipo. No. Iban a apoyarlos, a animarlos, a dejarse la garganta en ello si hacía falta, sin esperar nada a cambio. Por eso se decía de ella, que era el jugador más valioso, el jugador número 13.
Pero como el apartado económico era muy importante en esa sociedad, más incluso que la suerte de tener un club y una afición así, este club entró en quiebra. De repente apareció alguien disfrazado de salvador que se apoderó y secuestró a este club. Desde entonces este club empezó a perder todo lo que había conseguido en 85 años de existencia. Este señor se movía por dinero y su único interés era agrandar su bolsillo, por eso comenzó a pelearse con todos los clubes hermanos, a ensuciar la imagen del club, a destrozar toda la infraestructura, desproveer de los medios necesarios y llenó el club de jugadores mercenarios, que no se identificaban con el sentimiento del club y sin valores ni honor cuyo único propósito era vivir de este club. Lo único que se pudo conservar fue su afición. Llegaba tan lejos la prepotencia de este señor que convirtió el club en una dictadura. Y como toda dictadura impuso su nombre a la casa del club, impuso un busto con su figura, impuso su figura en todo lo relacionado con este club e impuso una jerarquía dictatorial, incluso se rodeó de vasallos y de seres agradecidos al régimen que nunca discutían en nada la palabra de este señor y que siempre le aplaudían y adoraban. Hasta que llegó un momento en que él mismo se creyó que el club era él. Luego se propuso eliminar lo único que le quedaba a este club y empezó a maltratar, despreciar y engañar a toda su afición.
La principal característica de esta afición era su lealtad. Pero esta lealtad tenía un gran defecto, y es que pasara lo que pasara siempre apoyaban al club, porque para ellos no era un club, nunca lo fue, era mucho más. ¡Esta ceguera de la afición tuvo como consecuencia que este señor secuestrara al club durante 15 años! Durante los cuales hubo intentos de liberar pero ninguno se llevó a cabo, quizás por el conformismo de sus aficionados.
Pero de repente ocurrió lo inesperado. Después de una temporada nefasta y con un final de lágrimas y corazones en puños, los aficionados empezaron a asociarse y organizarse. Y comenzaron a informar y a sacar a la luz todo lo que en estos 15 años no se les había dejado saber. Poco a poco la gente se empezó a dar cuenta de que este señor estaba riéndose de ellos y lo más cruel, estaba haciendo desaparecer el club poco a poco y de forma agonizante. Cada aficionado, incluso los que siempre adoraron a este señor, cayó en la cuenta de que no podía perder lo más preciado que tenían, algo por lo que habían luchado varias generaciones en su familia, que se transmitía de padres a hijos y que era patrimonio de ellos y no de un solo individuo. El detonante de la movilización fue otra mentira de este señor, de la que ya estaban todos acostumbrados, pero de la que todos estaban ya muy convencidos, iba a ser la última. Los aficionados en masa (no sabría calcular cuantos pero se contaban por miles), ocuparon la casa del club y exigieron que se liberara al club del secuestro de este señor. Al final y tras muchas tensiones el tirano cedió y el club volvió a ser libre. No soy capaz de explicar lo que sentí en ese momento, quizás sería comparable al nacimiento de alguien que se creía muerto. En esos días se respiraba un clima de compañerismo y alegría entre todos los aficionados a este gran club.
Una vez pasados estos días de transición se acordaron nuevos cambios para el club, se empezó a modernizar, a delegar funciones, a cuidar su cantera, a traer a grandes profesionales en todos los campos incluidos los jugadores etc. Y el club volvió a ocupar el lugar que nunca tuvo que dejar. Desde entonces el club nunca más volvió a tener dueño, porque el único dueño del club era su afición.


Sólo fue un sueño...