Estaba más que cantado que Zidane terminaría al frente del Real Madrid. Eso lo sabían hasta en el rincón más extraño del mundo fútbol. El ex futbolista de la entidad blanca y de otros clubes ha sido de siempre un capricho de Florentino Pérez. Lo fue cuando lo firmó para que vistiera la zamarra madridista y también por supuesto para introducirlo con calzador en el planeta de los entrenadores de fútbol.

Al principio, y hablando lo más coloquial posible, este argelino nacionalizado francés de 185 centímetros de altura tenía menos papeles que un conejo de campo, cosa que le valió incluso para ganarse ciertas críticas por parte de algunos profesionales del balompié. Su buenísima prensa, su pasado de futbolista y el estar en la entidad que está le sirvió sin duda para que eso se fuera pasando por alto poco a poco. En el Castilla alternó buenos y malos momentos y, de pronto, se vio de segundo entrenador de Ancelotti. Tuvo que aprender lo más grande a la vera del italiano, no tengo dudas. Como tampoco las tengo de que hablamos de un entrenador del estilo Del Bosque. ¿A qué nos referimos?. Está cristalino. Zidane es de los jugadores, por mucho que existan granos llamados James Rodríguez o Isco, por ejemplo.

A Zidane le gusta que los suyos estén cómodos y felices. La verdad dice que el curso pasado ganó una Champions con esa premisa. La ganó con algunos buenos partidos, insistimos. Este verano se adjudicó también la Supercopa de Europa y dos son los títulos que suma al frente del Real Madrid. Pero el ‘efecto Zidane’, como muchos bautizaron su llegada tras la salida de Rafa Benítez, no está tan fuerte como hace meses. No es que haya problemas o no dentro de su manera de ver esto, más bien que pocos son los apellidos, por no decir ninguno, que se encuentran exentos de presión cuando se habla del Real Madrid. Zidane será ese Zidane grandioso que recordamos con la pelota en los pies y rezumando el mejor de los aromas casi al compás de la mejor música mientras su equipo gane y convenza. Cuando eso no sea así, volverá efectivamente a ser el ‘5’ fantástico que tuvo el club de Concha Espina. Y punto. Como técnico pasará al nivel de los Heynckes, Ancelotti o Del Bosque. Es decir: “Gracias y adiós”.

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