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12 de Junio: La Profecía
Cuando aquel gozoso 12 de Junio un señor de los que merecen tal apelativo pronunció aquella frase, probablemente no era consciente de que, más allá de una llamada a la ambición, más allá de una mirada al futuro, estaba en el fondo ejerciendo de profeta; como tantos, profeta en tierra adoptiva y querida, que no propia. La sencilla frase de aquel bien llamado señor, aunque con el tiempo algunos miserables que por el mundo se arrastran lo denominasen de otras formas, se compuso de solo 8 palabras:
“El Betis será lo que quiera su presidente”
La edad, y por tanto la lejanía de los tiempos de escolar, limitan mi capacidad de analizar sintácticamente esta frase, en términos de sujeto, núcleo y predicado. De ahí que me conformaré con analizarla a mi modo, empezando por destacar las dos partes que componen la profecía, para la reflexión: “El Betis será” y “Lo que quiera su Presidente”. Nótese que en solo 8 palabras se sentencia la tristísima realidad y porvenir del Real Betis Balompié, del todavía Real Betis Balompié que diría el maestro Peris. En primer término, porque se produce la constatación de que la víctima de la profecía estaba en esos momentos a expensas de una voluntad unipersonal y del capricho de la misma. Y, en segundo término, porque se explicita y afirma sin lugar a duda alguna que también el futuro y naturaleza de la víctima, el todavía Real Betis Balompié, se encontraba, no ya vinculado, sino encadenado a dicho capricho individual.
Cierto es que aquella frase fue probablemente pronunciada con la sana intención de impulsar un salto institucional y deportivo del club al que aquel señor había llevado a una efímera pero explosiva gloria, a pesar (repito, a pesar, y luego lo argumentaré) del que ese señor denomina “su Presidente”. Una denominación, por cierto, que dice mucho del señor que la utilizaba, en contraposición con aquellos tantos otros que han sido tan dados a utilizar la denominación de “dueño”… como si algo tan grande como es el todavía Real Betis Balompié Betis pudiese ser propiedad de algo tan pequeño como es Farusa, por el simple hecho de controlar un falso 52% durante tantos años.
No obstante, fuese cual fuese la intención de aquella frase, se convirtió desde el mismo momento de ser pronunciada en una sentencia, una profecía y una maldición. Sentencia para quien la pronunció, pues a los celos enfermizos se sumó la inquina por exponer públicamente que la clasificación para la Champions y la consecución de la Copa era el momento idóneo de dar el salto desde una quincalla al club que se merecían los béticos. Profecía porque sin lugar a dudas dibujó cual era el futuro de ese club: ser lo que quisiera una sola persona que, de tanta obsesión por el dinero y su control, nunca podrá gestionar algo que no sea una quincalla. Y maldición porque el peso de aquella frase cayó sobre el Betis y el beticismo, como si del pecado original se tratase. Y algún pecado original debe haber para haber tenido que sufrir tanta miseria, indignidad y vergüenza desde aquel día de gozo: probablemente, el fracaso colectivo que implica que un sentimiento centenario esté al albur de los antojos, excentricidades, irracionalidades, obsesiones, ocurrencias e insensateces de un solo individuo, único dictador de los designios de una sociedad que aglutina a un millón de personas…
El pecado original
Todo comenzó en el año 1992, con la conversión del Real Betis Balompié en Sociedad Anónima Deportiva. Parafraseando a la guionista que adaptó a Tolkien, muchas cosas sucedieron, pero aquellos hechos que nunca debieron caer en el olvido, se perdieron en el tiempo… la Historia se convirtió en Leyenda, la Leyenda en Mito… y durante más de una década se consiguió convencer al beticismo (que se dejó convencer, dicho sea de paso) de la existencia de un Salvador que había llegado para socorrer de forma desinteresada al Real Betis Balompié.
Claro que los mitos, si se sostienen sobre bases poco sólidas y refutables, tienden a derrumbarse en el preciso momento en el que alguien se preocupa aunque sea mínimamente de contrastar la información de una forma objetiva (Ver Nota 1). Cualquier persona que haya dedicado interés y rigor en el análisis de la información disponible a nivel de hemeroteca (no digo ya si además se ha preocupado por analizar otra información pública a nivel jurisprudencial o contable) llegará a una conclusión constatable, demostrable y, como tal, plena de certeza: Que la operación del 30 de Junio de 1992 no tuvo como fin salvar al Real Betis Balompié sino hacerse con el control de al menos el 50% de su capital.
Junto a esta conclusión, otras realidades contrastables: Que para la consecución de dicho objetivo se reventó la parte de capital que hubiese sido cubierto por las Cajas de Ahorros (usurpando Farusa el papel originalmente previsto para las mismas), que la parte de Proinsur sigue presentando muchas lagunas no explicadas y que de una u otra forma se desactivó la posibilidad de que un grupo de personas adquiriesen paquetes de control repartido en cuantía individual de 30 millones de pesetas. Añádase a lo anterior la extraña operación mediante la cual el entonces Vicepresidente Económico del club apareció presentando avales por valor de 680 millones de pesetas, avales cuya principal garantía pudo ser, según testimonios de varios de sus compañeros de aquel Consejo, justamente los 500 millones que hasta la fecha los béticos de base habían depositado en cuentas bancarias.
Aquel día, el control absoluto del club quedó en manos de una sola persona, que fue encumbrada por los medios de comunicación y una gran mayoría de la masa social como Salvador, al tiempo que diseñaba su modelo de “canalizaciones”: un modelo que en menos de un año ya desviaba todos los ingresos generados por el Betis a una empresa controlada por el presunto Salvador, la celebérrima Tegasa, originalmente denominada “Técnicas Ganaderas S.A.”, con los años relevada por Encadesa, constituida con capital mayoritario de dos empresas rusas, y cínicamente conocidas ambas por el presunto mecenas con el sobrenombre de “la Tonta”.
Eso sí, hay que reconocerle al presunto Salvador una innata “listeza de calle” y un innegable manejo del lenguaje que mucha gente quería escuchar: tanto es así que durante largos años ha conseguido que la mayoría del beticismo le diese las gracias por las cuantías que en líquido, letras o avales eran aportadas, o mejor dicho, devueltas, dado que el origen de las mismas era justamente los ingresos que generaban los béticos y que se desviaban a cuentas que no estaban a nombre del Betis. O que se le agradeciese un proyecto megalómano de construcción de Estadio, inconcluso en un 60% al cabo de 12 años -aunque rápidamente renombrado-, como si su coste no hubiese sido sufragado en su totalidad (y más allá…) por los béticos, sin que el presunto mecenas aportase absolutamente nada… salvo las “canalizaciones” obtenidas con el patrimonio e ingresos que habían de ser comunes.
Y el Betis fue…
Habiendo visto de cerca el abismo del descenso administrativo, poco pareció importar el metódico pero inmisericorde vaciamiento que se empezó a practicar del Real Betis Balompié: Vaciamiento de ingresos, cuya gestión se desvió a una tercera empresa, vaciamiento de la más mínima toma de decisión fuera de la voluntad unipersonal, vaciamiento de su historia, que había de considerarse iniciada en 1992, vaciamiento de sus señas de identidad, pues la sociedad debía ser a imagen y semejanza de aquel que la había hecho nacer de nuevo, vaciamiento de la más mínima muestra de contestación o crítica, que era reprimida por los medios que correspondiese, vaciamiento de la sede real del club, resituada en el domicilio particular del presunto salvador, vaciamiento de la dignidad institucional y colectiva, ambas humilladas ante un caudillaje populista…
Cada vez más vacío, salvo en suma de sentimientos y de fidelidades, tan rentables para la empresa a la que se desviaban sus ingresos, el Real Betis Balompié se convirtió, no cabe duda, en aquello que la persona que se había hecho con el control de más del 50% de su capital social quiso que fuese: una sociedad que, teniendo una extraordinaria capacidad de generación de ingresos, tuviese siempre el tamaño adecuado para ser gestionada en base a un modelo empresarial de quincalla. La premisa, para poder controlar todas las decisiones, todos los flujos de dinero, todos los movimientos que se produjesen, era simple: El Betis, un gigante en términos sociales, debía ser reducido a la mínima expresión en términos institucionales y empresariales, evitando dar un salto acorde a su masa social si dicho salto implicaba un modelo empresarial diferente y menos controlable.
Así, la Sociedad Anónima Deportiva nunca se ha dotado de un Consejo de Administración digno de ser llamado como tal, pues nunca administró de facto: más bien se ha tratado siempre de un Consejo semi-consultivo con trazas de empresa familiar para arropar, aplaudir, defender o intentar convencer al único que ha ostentado y ostenta el control de la sociedad, además de justificar y consentir un modelo de gestión basado en la cesión de los ingresos propios del club. De la misma manera, nunca ha existido en este Sociedad Anónima Deportiva un Comité de Dirección ni un atisbo de profesionalidad, sino el clásico modelo (también de quincalla) de “encargaos”: el “encargao” de ir al Palco, el “encargao” de controlar a los administrativos y pagar las nóminas, el “encargao” de hacer informes y recoger a los jugadores en el aeropuerto, el “encargao” del trabajo sucio sea del tipo jurídico o mediático, etc.
Negando la mayor: Fue “a pesar de”
Siendo todo ello constatable y argumentable, sin perjuicio del nivel de subjetividad que pueda tener el que suscribe, me resulta profundamente incomprensible que aficionados o periodistas utilicen –aunque sea a modo justificativo o argumentativo para la crítica- el siguiente silogismo: “El accionista mayoritario es responsable de lo bueno y de lo malo”. Pues verán, yo niego la mayor.
Hagamos el siguiente ejercicio intelectual: supongamos que yo fuese un pésimo gestor, con limitadas capacidades para dirigir una empresa, pero que demostrase una singular habilidad para maniobrar y hacerme con el control de una empresa con claro potencial de generación de ingresos por la elevada fidelidad de sus clientes. ¿Acaso no sería posible que esa empresa siguiese siendo rentable A PESAR de mi condición de pésimo gestor, dado el nivel de ingresos que sus fieles clientes generan?
¿Tan complicado resulta pensar que, incluso en un modelo de vaciamiento y de empresa de quincalla, A PESAR DE ESE MODELO Y DE LA PERSONA QUE LO HA IMPLANTADO, el potencial de generación de ingresos y de masa social del Real Betis Balompié es tan inmenso que ha sido capaz de ser rentable –aunque no lo fuese para él mismo- y cosechar algún éxito deportivo cuando ha aparecido la persona adecuada? Quede ahí el ejercicio intelectual.
Personalmente, yo sostengo -en base a elementos que considero objetivos- que el ascenso de 1994, los éxitos de 1995-1997, el de 2002 y el de 2005 (los únicos hitos que cabe recordar deportivamente), sostengo ya digo que esos hitos puntuales se produjeron A PESAR DEL MODELO DE GESTIÓN IMPLANTADO EN LA INSTITUCIÓN y, también en gran medida, a pesar de las aptitudes de la persona que controlaba la misma, que ha demostrado que sus conocimientos de fútbol y dirección de empresas son infinitamente inferiores a sus habilidades para articular los flujos financieros, burdas sí, pero efectivas y efectistas.
Esto, por supuesto, no implica que dicha persona no haya tenido acierto alguno durante sus 18 años de control del club, aunque solo sea por cuestión probabilística en la gestión de semejante potencial; pero justamente esos aciertos han tenido lugar las contadas ocasiones en las que ha confiado parcialmente en algunos pocos profesionales: D. Eusebio Ríos, Juande Ramos, D. Luís del Sol, D. Pedro Pajuelo y, sobre todo y por encima de todos, D. Lorenzo Serra Ferrer. Profesionales que, A PESAR del modelo de gestión (sin hablar de las excentricidades y delirios) en el que han tenido que desarrollar su trabajo, han sido capaces de rentabilizar deportivamente en momentos puntuales el inmenso potencial del club.
Soy consciente de que dicha afirmación, al igual que la desmitificación del 92, pueden ser tildadas de subjetivas. Lo mismo me da, con franqueza: Llego a estas convicciones no solo en base a los argumentos que expreso, sino también en base a muchos otros que no puedo expresar públicamente. Pero, desde luego, llego a las mismas en base a un conocimiento que he intentado sea lo más profundo posible del modelo de gestión y de su protagonista. Modelo, por cierto (conviene recordarlo siempre) delictivo en términos fiscales y presuntamente delictivo en términos societarios.
Balance deportivo de un modelo de gestión unipersonal
En cualquiera de los casos, y centrándome en el aspecto puramente deportivo, hay una evidencia: Las 17 temporadas que el Betis se ha dirigido con este modelo de gestión pueden dividirse en las siguientes etapas (véase Nota 2):
1) Junio 1992 - Abril 1994: en 2ª división y condenado a permanecer en la misma a falta de escasa jornadas.
2) Abril 1994 - Junio 1997: Un ascenso casi milagroso, un 3er puesto, un 4º puesto y una final de la Copa del Rey, además de un 8º puesto.
3) Junio 1997 – Junio 2001: Un 8º puesto, un 11º, un descenso y un ascenso.
4) Junio 2001 – Junio 2004: Un 6º puesto, un 8º y un 9º.
5) Junio 2004 - Junio 2005: Un 4º puesto, una Copa del Rey, una final de la Supercopa y participación en la Champions.
6) Junio 2005 – Junio 2009: Un 14º puesto, un 16º puesto, un 13º puesto y esperemos que un puesto entre el 12º y el 17º.
Es decir, de 17 temporadas solo hay 4 que puedan considerarse acordes con el potencial de la S.A.D. (1994-95, 1996-97, 2001-02 y 2004-05), además de otras 4 por debajo aunque entre los 10 primeros (1995-96, 1997-98, 2002-03 y 2003-04). Las restantes 9 restantes temporadas son, sencillamente, mediocres o en 2ª división. Esa es la realidad del modelo de gestión y los resultados que el mismo genera, muy alejados del volumen de masa social e ingresos que ésta genera (sin aportación alguna de de presuntos mecenas, volvamos a insistir las veces que haga falta: más bien al contrario habida cuenta entre otras cuestiones de la comisión de gestión de las “tontas” y de su aprovechamiento de los ingresos financieros por la tenencia líquida en sus cuentas).
Como antes indicaba, el hecho diferencial en los momentos concretos en los que se ha roto la tendencia es la presencia en el banquillo de Juande Ramos y, sobre todo, Lorenzo Serra Ferrer, técnico con el que se consigue el ascenso del 94, el tercer puesto, los dos cuartos puestos, las tres finales, la Champions y el título. A ello debe añadirse el papel jugado a nivel de secretaría técnica por Eusebio Ríos (que supo aconsejar y trabajar para gastar medio bien el dinero que generábamos los béticos en el momento de explosión de los derechos televisivos a mediados de los 90), Pedro Pajuelo (descubridor de Joaquín, entre otros), Luís del Sol o el propio Serra (que además de ser entrenador era director deportivo en el verano en que se ficharon a Edú y Oliveira).
La huida hacia ninguna parte
En estos días de Mayo se cumplen 4 años de aquellos mágicos 35 días que vivimos entre el 7 de Mayo (1-0 en el derbi) y el 11 de Junio(… ya se sabe). Al día siguiente, con la magia en pleno apogeo, el gran artífice de aquello pronuncio su frase profética.
Hoy deberíamos estar hablando de aquella frase como el punto de inflexión que hizo cambiar el modelo de quincalla por un modelo de gestión empresarial. Hoy deberíamos estar hablando de aquel día como el día en que se construyó un Betis no solo grande en términos sociales e intangibles, sino institucional y deportivamente. Pero no fue así, sino todo lo contrario: porque aquel día se convirtió en el arranque de una enloquecida huida a ninguna parte a cargo del presunto salvador del todavía Real Betis Balompié.
Paradójicamente, esa huida hacia ninguna parte tenido como principal escenario un bunker. Tal vez porque en el fondo la huida no es más que una carrera en círculo para resistir dentro de ese espacio en el que conviven incalificables alicatados, “modernos” archivadores con dossieres, fichas y tiras de sumadora, simpáticos animales dignos de que se les dedique una sevillana y de ser adornados con nuestra bandera, oficinas del club y de las empresas a las que se han desviado sus ingresos, y durante un año, hasta la Copa que a pesar de ser de todos fue almacenada para disfrute de solo uno.
Allí, en el bunker, como ya dije no hace mucho (ver Nota 3) huye hacia ninguna parte justamente para poder resistir. Resistir a pesar de los pesares. Resistir habiendo tenido que soltar un 4% de acciones que no era suyo. Resistir a pesar de que incomprensiblemente la afición sigue sin quererle. Resistir en su soledad con la única compañía de un puñado de aduladores a sueldo que le dicen lo que quiere oír. Resistir aconsejado por sus abogados, que intentan desmontar la maraña tejida durante lustros bajo una concepción muy singular del desempeño empresarial. Resistir las Juntas de accionistas, con la añoranza de los otrora besamanos, aguantando que le cuenten las verdades del barquero bajo el único paraguas del botoncito que limita los tiempos. Resistir con singular empeño, a veces impertérrito cual busto de bronce, otras en tal forma cuando no se digna en aparecer por la casa común de los béticos. O no se atreve. Resistir callado cuando vienen torcidas, asomando para soltar alguna gracia cuando entra algo la pelotita, aunque tal vez sorprendido de que a estas alturas de la película esas gracias no cosechen ni sonrisas. Resistir cada vez más sumergido en su realidad, esa del 92 y los destructores, esa en la que es un salvador y los que le critican no quieren al Betis. Resistir, y en eso se parece al de antes (solo en eso), desde una visión con perspectiva de las cosas, siempre pensando que basta con ganar tiempo hasta que suene la flauta... o cumpla 70 años… Sea dejando la presidencia, convocando elecciones para ésta, anunciando venta de acciones entre los béticos, volviendo al Consejo, anunciando las veces que haga falta el inicio de obras en el estadio (…los diplodocus…), simulando una venta con figurantes propios de los tiempos de Esteso y Pajares, y hasta con falsos pajes reales de emires de las mil y una noches… cualquier esperpento es válido con tal de ganar tiempo. El caso es huir hacia ninguna parte para poder resistir. Y no es extraño que lo haga. No es por vicio. Es por necesidad.
De webos, árboles y bosques
Y mientras, el todavía Real Betis Balompié (maestro Peris dixit) ya no se vacía: ya, directamente, se desangra a chorros. Roto institucional, deportiva, emocional y socialmente, con un beticismo harto de estar harto, tan harto que hasta está harto de estar harto del presunto Salvador, del que ya no espera nada, y llega a la conclusión de que es mejor dirigir las iras a los jugadores, hasta tirándoles webos a ver si así éstos los echan en el campo. Claro que en esa focalización, en algo ha influido el enésimo as (de nuestra baraja) que el presunto mecenas ha tirado a la mesa: la inversión realizada en fichajes en Agosto y Enero, en base a la cual no pocos medios –propagandistas aparte- han construido la especie de que “este año no se le puede reprochar nada” al presunto mecenas. Una vez más, el árbol no deja ver el bosque, y se tocan palmas cuando aflora el dinero que generan los béticos, sin tomar conciencia de que no es más que una huida hacia adelante que compromete el incremento de ingresos por derechos televisivos, desequilibrando la cuenta de resultados sin rentabilidad económica ni deportiva.
Me detendré un momento en ese punto, aún sin contar aún con datos suficientes como para elevar las conclusiones a definitivas: En este ejercicio y los siguientes los costes por plantilla (parte principal de los gastos de explotación) se ven incrementados en unos 13 millones de euros anuales, lo que situará la cifra de gastos de explotación en una cifra superior a los 50 millones de euros anuales (45 millones de euros por costes anuales de plantilla), insistiendo en la falta de verificación exacta de las cifras.
Pues bien, aun suponiendo que la integridad de ingresos generados por el Betis revierten (por fin) en el Betis cada año, y añadiendo el incremento anual que puede suponer el nuevo contrato televisivo (10 millones de euros anuales más que el actual), difícilmente se superarían los 44 millones de euros en concepto de ingresos anuales. Es decir, ya contando con el nuevo contrato televisivo habría un desfase de resultados de explotación mínimo de 6 millones de euros, solo soslayable con ingresos por participación en Champions o con resultados extraordinarios por venta de jugadores bastante por encima de su precio de venta/amortización pendiente, en línea de las ventas de Joaquín u Oliveira que permitieron salir de una situación de quiebra técnica a 30.6.2006.
En resumen, que los futuros ingresos adicionales por derechos televisivos ya han sido comprometidos para al menos los próximos 5 años, y que no se atisba hoy por hoy ningún jugador con el que poder cubrir el presupuesto, habida cuenta de la devaluación de la práctica totalidad de la plantilla (con la excepción, tal vez, de Emaná) y la situación mortecina de la cantera como fuente de jugadores del primer equipo, con contadísimas excepciones que, en cualquier caso, difícilmente superarán un valor de mercado realmente significativo. Todo eso, suponiendo la permanencia en Primera, algo que doy plenamente por hecho por muchos motivos, entre otros y fundamentalmente porque un descenso supondría un absoluto desastre en términos económicos.
Volviendo a los jugadores y a su escaso rendimiento, convendría preguntarse cómo es posible que un club que desde aquel 12 de Junio de hace 4 años ha incorporado, si mal no recuerdo, a un total de 34 jugadores con un coste de compra total cercano a los 80 millones de euros, puede estar situado durante 4 temporadas consecutivas en los puestos de peligro. La respuesta a esa pregunta es extraordinariamente sencilla: porque el modelo de gestión ha convertido al Betis en una máquina de empeorar y devaluar a cada futbolista que llega, como si se tratase de un cesto lleno de manzanas viciadas que vician en poco tiempo a cualquiera que se añada al cesto. En la huida hacia ninguna parte se sigue tirando el dinero que los béticos generamos, por mor de intentar quitar presión al presunto mecenas, sin alcanzar dos conclusiones que creo resultan obvias:
La primera, que los futbolistas bajan los brazos en el momento en que se percatan que esto más que una empresa es una quincalla, en la que los que aconsejan al patrón y sus “encargaos” no tienen peso alguno y en la que el único patrón anda errante, errático y más preocupado por sus cosas que por dirigir el negocio.
La segunda, que en ese modelo y en ese estado de cosas, la única forma de que medio funcione la cosa es con un entrenador con firmeza, autoridad, respaldo claro por parte del patrón, exigente y duro, incluso aunque no resulte simpático; releer hoy día algunas sandeces que se publicaron tras la marcha de Lorenzo Serra sobre sus malas relaciones con algunos jugadores (pobres chicos) resulta grotesco. Igual que repasar las múltiples desautorizaciones y puñaladas recibidas por Chaparro, que no han ayudado precisamente a que la actual plantilla se sienta muy presionada en la exigencia. Y eso por poner algunos ejemplos.
Profecía… o esperanza
Ante semejante panorama, alguno se preguntará si hay razones para seguir soñando con el Betis que se merecen los béticos. Las hay, claro que las hay. Las hay porque los béticos, el beticismo, nunca han resistido en su historia porque sí, ni por derrotismo, ni por conformismo: la hace, lo hacemos, porque siempre pensamos que al día siguiente saldrá el sol. Algo habrá en esa forma de sentir cuando en los que fueron sus peores años deportivos conformó una masa social que hoy llega al millón de personas y cuando en sus peores años sin paliativos en términos institucionales, sociales y de dignidad herida, que son los presentes, seguimos amando un club a pesar de su presunto mecenas, de la pelotita, de la desvergüenza ajena, de la vergüenza sufrida. A pesar de que el todavía Real Betis Balompié (maestro Peris dixit) cada vez se parece menos al Betis que nos contaron y que mamamos.
Sí, hay razones para seguir soñando con el Betis que merecemos los béticos, con el Betis de siempre, el Betis auténtico, el Betis que no sea vaciado ni desangrado. Ya se decía en aquella crónica de la última Junta de accionistas (ver Nota 4): Hace solo dos años hubiese resultado un ejercicio de ciencia ficción pensar que el Betis se liberase de sus contratos con Encadesa y Tegasa, que su presupuesto se acercase a los 50 millones en virtud de dicha libertad, que se forzase a invertir hasta el último euro obtenido por la recalificación en la finalización del Estadio y solo en beneficio del Betis, que 1.000 béticos recuperasen las acciones que venían reclamando desde 1992 a Farusa, que apareciese un contrato que obligaba a Encadesa a revertir sus beneficios al Betis, que en una Junta se impusiera la normalidad en las formas y la inmensa mayoría votase frente al otrora presunto salvador, que un Juzgado de lo Penal obligase a dar pelos y señales acerca de una gestión oscura durante tres lustros, que se diese a los accionistas las cuentas anuales completas, que un Notario levantase acta de la Junta, que se desentrañase la trama accionarial de Farusa y empresas vinculadas, que el presunto mecenas tuviese que escuchar a treinta béticos contándole frente a frente las verdades del barquero sin poder reconvenirles al modo que hacía con sus críticos en los años noventa, que la mayoría de medios y de béticos hablasen del presunto salvador como máximo accionista pero no ya como dueño, o que la mayoría ya no hablase del dinero que éste pone, sino del dinero del Betis, de los béticos, que se gasta… todo eso, insisto, hubiese sido impensable hace dos años…
Por eso hay razones para seguir soñando: porque el Betis con mayúsculas, el Betis de los béticos, está venciendo a Jabugo, a sus Encadesas y Farusas, en el terreno de la razón, de los argumentos, de los hechos, de lo social. Resta que lo haga en lo jurídico y en lo accionarial, pero las bases están asentadas y sembradas, como el tiempo se encargará de demostrar. Y crecerán y darán fruto sin prisa pero sin pausa…
… aunque de esto no hablaré hoy…
… Lo que sí hago hoy, decimotercer día del mes de Mayo, es terminar este interminable ejercicio de reflexión en voz alta exactamente donde lo empecé, aunque atreviéndome a reescribir la profecía de Lorenzo Serra. Y lo hago para afirmar lo siguiente:
Algún día, más pronto que tarde, el Betis será lo que quieran los béticos.
Repito:
El Betis será.
Lo que quieran los béticos.
Habrá quien diga que esto más que profecía, es utopía o esperanza. Puede ser. Pero, al fin y al cabo, la esperanza viste de verde… y ese verde esperanza es el color más profundo del alma del todavía Real Betis Balompié…
Manque pierda.
-Discóbolo-
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Nota 1: Algo de ese ejercicio de análisis riguroso de los hechos y no de las leyendas se hizo, por ejemplo, en este informe cuya lectura recomiendo como complementaria: http://www._pornuestrobetis_.com/drupal/node/82
Nota 2: Puede verse un completo Balance deportivo del Real Betis Balompié S.A.D. 1992-2008 en http://www._pornuestrobetis_.com/drupal/node/1464
Nota 3: Post “Resistencia”. Ver http://www.betisweb.com/foro/showthread.php?p=1315220.
Nota 4: Crónica de la “Junta del enroque” y adjuntos cuya lectura se recomienda. Ver http://www._pornuestrobetis_.com/drupal/node/1483.
12 de Junio: La Profecía
Cuando aquel gozoso 12 de Junio un señor de los que merecen tal apelativo pronunció aquella frase, probablemente no era consciente de que, más allá de una llamada a la ambición, más allá de una mirada al futuro, estaba en el fondo ejerciendo de profeta; como tantos, profeta en tierra adoptiva y querida, que no propia. La sencilla frase de aquel bien llamado señor, aunque con el tiempo algunos miserables que por el mundo se arrastran lo denominasen de otras formas, se compuso de solo 8 palabras:
“El Betis será lo que quiera su presidente”
La edad, y por tanto la lejanía de los tiempos de escolar, limitan mi capacidad de analizar sintácticamente esta frase, en términos de sujeto, núcleo y predicado. De ahí que me conformaré con analizarla a mi modo, empezando por destacar las dos partes que componen la profecía, para la reflexión: “El Betis será” y “Lo que quiera su Presidente”. Nótese que en solo 8 palabras se sentencia la tristísima realidad y porvenir del Real Betis Balompié, del todavía Real Betis Balompié que diría el maestro Peris. En primer término, porque se produce la constatación de que la víctima de la profecía estaba en esos momentos a expensas de una voluntad unipersonal y del capricho de la misma. Y, en segundo término, porque se explicita y afirma sin lugar a duda alguna que también el futuro y naturaleza de la víctima, el todavía Real Betis Balompié, se encontraba, no ya vinculado, sino encadenado a dicho capricho individual.
Cierto es que aquella frase fue probablemente pronunciada con la sana intención de impulsar un salto institucional y deportivo del club al que aquel señor había llevado a una efímera pero explosiva gloria, a pesar (repito, a pesar, y luego lo argumentaré) del que ese señor denomina “su Presidente”. Una denominación, por cierto, que dice mucho del señor que la utilizaba, en contraposición con aquellos tantos otros que han sido tan dados a utilizar la denominación de “dueño”… como si algo tan grande como es el todavía Real Betis Balompié Betis pudiese ser propiedad de algo tan pequeño como es Farusa, por el simple hecho de controlar un falso 52% durante tantos años.
No obstante, fuese cual fuese la intención de aquella frase, se convirtió desde el mismo momento de ser pronunciada en una sentencia, una profecía y una maldición. Sentencia para quien la pronunció, pues a los celos enfermizos se sumó la inquina por exponer públicamente que la clasificación para la Champions y la consecución de la Copa era el momento idóneo de dar el salto desde una quincalla al club que se merecían los béticos. Profecía porque sin lugar a dudas dibujó cual era el futuro de ese club: ser lo que quisiera una sola persona que, de tanta obsesión por el dinero y su control, nunca podrá gestionar algo que no sea una quincalla. Y maldición porque el peso de aquella frase cayó sobre el Betis y el beticismo, como si del pecado original se tratase. Y algún pecado original debe haber para haber tenido que sufrir tanta miseria, indignidad y vergüenza desde aquel día de gozo: probablemente, el fracaso colectivo que implica que un sentimiento centenario esté al albur de los antojos, excentricidades, irracionalidades, obsesiones, ocurrencias e insensateces de un solo individuo, único dictador de los designios de una sociedad que aglutina a un millón de personas…
El pecado original
Todo comenzó en el año 1992, con la conversión del Real Betis Balompié en Sociedad Anónima Deportiva. Parafraseando a la guionista que adaptó a Tolkien, muchas cosas sucedieron, pero aquellos hechos que nunca debieron caer en el olvido, se perdieron en el tiempo… la Historia se convirtió en Leyenda, la Leyenda en Mito… y durante más de una década se consiguió convencer al beticismo (que se dejó convencer, dicho sea de paso) de la existencia de un Salvador que había llegado para socorrer de forma desinteresada al Real Betis Balompié.
Claro que los mitos, si se sostienen sobre bases poco sólidas y refutables, tienden a derrumbarse en el preciso momento en el que alguien se preocupa aunque sea mínimamente de contrastar la información de una forma objetiva (Ver Nota 1). Cualquier persona que haya dedicado interés y rigor en el análisis de la información disponible a nivel de hemeroteca (no digo ya si además se ha preocupado por analizar otra información pública a nivel jurisprudencial o contable) llegará a una conclusión constatable, demostrable y, como tal, plena de certeza: Que la operación del 30 de Junio de 1992 no tuvo como fin salvar al Real Betis Balompié sino hacerse con el control de al menos el 50% de su capital.
Junto a esta conclusión, otras realidades contrastables: Que para la consecución de dicho objetivo se reventó la parte de capital que hubiese sido cubierto por las Cajas de Ahorros (usurpando Farusa el papel originalmente previsto para las mismas), que la parte de Proinsur sigue presentando muchas lagunas no explicadas y que de una u otra forma se desactivó la posibilidad de que un grupo de personas adquiriesen paquetes de control repartido en cuantía individual de 30 millones de pesetas. Añádase a lo anterior la extraña operación mediante la cual el entonces Vicepresidente Económico del club apareció presentando avales por valor de 680 millones de pesetas, avales cuya principal garantía pudo ser, según testimonios de varios de sus compañeros de aquel Consejo, justamente los 500 millones que hasta la fecha los béticos de base habían depositado en cuentas bancarias.
Aquel día, el control absoluto del club quedó en manos de una sola persona, que fue encumbrada por los medios de comunicación y una gran mayoría de la masa social como Salvador, al tiempo que diseñaba su modelo de “canalizaciones”: un modelo que en menos de un año ya desviaba todos los ingresos generados por el Betis a una empresa controlada por el presunto Salvador, la celebérrima Tegasa, originalmente denominada “Técnicas Ganaderas S.A.”, con los años relevada por Encadesa, constituida con capital mayoritario de dos empresas rusas, y cínicamente conocidas ambas por el presunto mecenas con el sobrenombre de “la Tonta”.
Eso sí, hay que reconocerle al presunto Salvador una innata “listeza de calle” y un innegable manejo del lenguaje que mucha gente quería escuchar: tanto es así que durante largos años ha conseguido que la mayoría del beticismo le diese las gracias por las cuantías que en líquido, letras o avales eran aportadas, o mejor dicho, devueltas, dado que el origen de las mismas era justamente los ingresos que generaban los béticos y que se desviaban a cuentas que no estaban a nombre del Betis. O que se le agradeciese un proyecto megalómano de construcción de Estadio, inconcluso en un 60% al cabo de 12 años -aunque rápidamente renombrado-, como si su coste no hubiese sido sufragado en su totalidad (y más allá…) por los béticos, sin que el presunto mecenas aportase absolutamente nada… salvo las “canalizaciones” obtenidas con el patrimonio e ingresos que habían de ser comunes.
Y el Betis fue…
Habiendo visto de cerca el abismo del descenso administrativo, poco pareció importar el metódico pero inmisericorde vaciamiento que se empezó a practicar del Real Betis Balompié: Vaciamiento de ingresos, cuya gestión se desvió a una tercera empresa, vaciamiento de la más mínima toma de decisión fuera de la voluntad unipersonal, vaciamiento de su historia, que había de considerarse iniciada en 1992, vaciamiento de sus señas de identidad, pues la sociedad debía ser a imagen y semejanza de aquel que la había hecho nacer de nuevo, vaciamiento de la más mínima muestra de contestación o crítica, que era reprimida por los medios que correspondiese, vaciamiento de la sede real del club, resituada en el domicilio particular del presunto salvador, vaciamiento de la dignidad institucional y colectiva, ambas humilladas ante un caudillaje populista…
Cada vez más vacío, salvo en suma de sentimientos y de fidelidades, tan rentables para la empresa a la que se desviaban sus ingresos, el Real Betis Balompié se convirtió, no cabe duda, en aquello que la persona que se había hecho con el control de más del 50% de su capital social quiso que fuese: una sociedad que, teniendo una extraordinaria capacidad de generación de ingresos, tuviese siempre el tamaño adecuado para ser gestionada en base a un modelo empresarial de quincalla. La premisa, para poder controlar todas las decisiones, todos los flujos de dinero, todos los movimientos que se produjesen, era simple: El Betis, un gigante en términos sociales, debía ser reducido a la mínima expresión en términos institucionales y empresariales, evitando dar un salto acorde a su masa social si dicho salto implicaba un modelo empresarial diferente y menos controlable.
Así, la Sociedad Anónima Deportiva nunca se ha dotado de un Consejo de Administración digno de ser llamado como tal, pues nunca administró de facto: más bien se ha tratado siempre de un Consejo semi-consultivo con trazas de empresa familiar para arropar, aplaudir, defender o intentar convencer al único que ha ostentado y ostenta el control de la sociedad, además de justificar y consentir un modelo de gestión basado en la cesión de los ingresos propios del club. De la misma manera, nunca ha existido en este Sociedad Anónima Deportiva un Comité de Dirección ni un atisbo de profesionalidad, sino el clásico modelo (también de quincalla) de “encargaos”: el “encargao” de ir al Palco, el “encargao” de controlar a los administrativos y pagar las nóminas, el “encargao” de hacer informes y recoger a los jugadores en el aeropuerto, el “encargao” del trabajo sucio sea del tipo jurídico o mediático, etc.
Negando la mayor: Fue “a pesar de”
Siendo todo ello constatable y argumentable, sin perjuicio del nivel de subjetividad que pueda tener el que suscribe, me resulta profundamente incomprensible que aficionados o periodistas utilicen –aunque sea a modo justificativo o argumentativo para la crítica- el siguiente silogismo: “El accionista mayoritario es responsable de lo bueno y de lo malo”. Pues verán, yo niego la mayor.
Hagamos el siguiente ejercicio intelectual: supongamos que yo fuese un pésimo gestor, con limitadas capacidades para dirigir una empresa, pero que demostrase una singular habilidad para maniobrar y hacerme con el control de una empresa con claro potencial de generación de ingresos por la elevada fidelidad de sus clientes. ¿Acaso no sería posible que esa empresa siguiese siendo rentable A PESAR de mi condición de pésimo gestor, dado el nivel de ingresos que sus fieles clientes generan?
¿Tan complicado resulta pensar que, incluso en un modelo de vaciamiento y de empresa de quincalla, A PESAR DE ESE MODELO Y DE LA PERSONA QUE LO HA IMPLANTADO, el potencial de generación de ingresos y de masa social del Real Betis Balompié es tan inmenso que ha sido capaz de ser rentable –aunque no lo fuese para él mismo- y cosechar algún éxito deportivo cuando ha aparecido la persona adecuada? Quede ahí el ejercicio intelectual.
Personalmente, yo sostengo -en base a elementos que considero objetivos- que el ascenso de 1994, los éxitos de 1995-1997, el de 2002 y el de 2005 (los únicos hitos que cabe recordar deportivamente), sostengo ya digo que esos hitos puntuales se produjeron A PESAR DEL MODELO DE GESTIÓN IMPLANTADO EN LA INSTITUCIÓN y, también en gran medida, a pesar de las aptitudes de la persona que controlaba la misma, que ha demostrado que sus conocimientos de fútbol y dirección de empresas son infinitamente inferiores a sus habilidades para articular los flujos financieros, burdas sí, pero efectivas y efectistas.
Esto, por supuesto, no implica que dicha persona no haya tenido acierto alguno durante sus 18 años de control del club, aunque solo sea por cuestión probabilística en la gestión de semejante potencial; pero justamente esos aciertos han tenido lugar las contadas ocasiones en las que ha confiado parcialmente en algunos pocos profesionales: D. Eusebio Ríos, Juande Ramos, D. Luís del Sol, D. Pedro Pajuelo y, sobre todo y por encima de todos, D. Lorenzo Serra Ferrer. Profesionales que, A PESAR del modelo de gestión (sin hablar de las excentricidades y delirios) en el que han tenido que desarrollar su trabajo, han sido capaces de rentabilizar deportivamente en momentos puntuales el inmenso potencial del club.
Soy consciente de que dicha afirmación, al igual que la desmitificación del 92, pueden ser tildadas de subjetivas. Lo mismo me da, con franqueza: Llego a estas convicciones no solo en base a los argumentos que expreso, sino también en base a muchos otros que no puedo expresar públicamente. Pero, desde luego, llego a las mismas en base a un conocimiento que he intentado sea lo más profundo posible del modelo de gestión y de su protagonista. Modelo, por cierto (conviene recordarlo siempre) delictivo en términos fiscales y presuntamente delictivo en términos societarios.
Balance deportivo de un modelo de gestión unipersonal
En cualquiera de los casos, y centrándome en el aspecto puramente deportivo, hay una evidencia: Las 17 temporadas que el Betis se ha dirigido con este modelo de gestión pueden dividirse en las siguientes etapas (véase Nota 2):
1) Junio 1992 - Abril 1994: en 2ª división y condenado a permanecer en la misma a falta de escasa jornadas.
2) Abril 1994 - Junio 1997: Un ascenso casi milagroso, un 3er puesto, un 4º puesto y una final de la Copa del Rey, además de un 8º puesto.
3) Junio 1997 – Junio 2001: Un 8º puesto, un 11º, un descenso y un ascenso.
4) Junio 2001 – Junio 2004: Un 6º puesto, un 8º y un 9º.
5) Junio 2004 - Junio 2005: Un 4º puesto, una Copa del Rey, una final de la Supercopa y participación en la Champions.
6) Junio 2005 – Junio 2009: Un 14º puesto, un 16º puesto, un 13º puesto y esperemos que un puesto entre el 12º y el 17º.
Es decir, de 17 temporadas solo hay 4 que puedan considerarse acordes con el potencial de la S.A.D. (1994-95, 1996-97, 2001-02 y 2004-05), además de otras 4 por debajo aunque entre los 10 primeros (1995-96, 1997-98, 2002-03 y 2003-04). Las restantes 9 restantes temporadas son, sencillamente, mediocres o en 2ª división. Esa es la realidad del modelo de gestión y los resultados que el mismo genera, muy alejados del volumen de masa social e ingresos que ésta genera (sin aportación alguna de de presuntos mecenas, volvamos a insistir las veces que haga falta: más bien al contrario habida cuenta entre otras cuestiones de la comisión de gestión de las “tontas” y de su aprovechamiento de los ingresos financieros por la tenencia líquida en sus cuentas).
Como antes indicaba, el hecho diferencial en los momentos concretos en los que se ha roto la tendencia es la presencia en el banquillo de Juande Ramos y, sobre todo, Lorenzo Serra Ferrer, técnico con el que se consigue el ascenso del 94, el tercer puesto, los dos cuartos puestos, las tres finales, la Champions y el título. A ello debe añadirse el papel jugado a nivel de secretaría técnica por Eusebio Ríos (que supo aconsejar y trabajar para gastar medio bien el dinero que generábamos los béticos en el momento de explosión de los derechos televisivos a mediados de los 90), Pedro Pajuelo (descubridor de Joaquín, entre otros), Luís del Sol o el propio Serra (que además de ser entrenador era director deportivo en el verano en que se ficharon a Edú y Oliveira).
La huida hacia ninguna parte
En estos días de Mayo se cumplen 4 años de aquellos mágicos 35 días que vivimos entre el 7 de Mayo (1-0 en el derbi) y el 11 de Junio(… ya se sabe). Al día siguiente, con la magia en pleno apogeo, el gran artífice de aquello pronuncio su frase profética.
Hoy deberíamos estar hablando de aquella frase como el punto de inflexión que hizo cambiar el modelo de quincalla por un modelo de gestión empresarial. Hoy deberíamos estar hablando de aquel día como el día en que se construyó un Betis no solo grande en términos sociales e intangibles, sino institucional y deportivamente. Pero no fue así, sino todo lo contrario: porque aquel día se convirtió en el arranque de una enloquecida huida a ninguna parte a cargo del presunto salvador del todavía Real Betis Balompié.
Paradójicamente, esa huida hacia ninguna parte tenido como principal escenario un bunker. Tal vez porque en el fondo la huida no es más que una carrera en círculo para resistir dentro de ese espacio en el que conviven incalificables alicatados, “modernos” archivadores con dossieres, fichas y tiras de sumadora, simpáticos animales dignos de que se les dedique una sevillana y de ser adornados con nuestra bandera, oficinas del club y de las empresas a las que se han desviado sus ingresos, y durante un año, hasta la Copa que a pesar de ser de todos fue almacenada para disfrute de solo uno.
Allí, en el bunker, como ya dije no hace mucho (ver Nota 3) huye hacia ninguna parte justamente para poder resistir. Resistir a pesar de los pesares. Resistir habiendo tenido que soltar un 4% de acciones que no era suyo. Resistir a pesar de que incomprensiblemente la afición sigue sin quererle. Resistir en su soledad con la única compañía de un puñado de aduladores a sueldo que le dicen lo que quiere oír. Resistir aconsejado por sus abogados, que intentan desmontar la maraña tejida durante lustros bajo una concepción muy singular del desempeño empresarial. Resistir las Juntas de accionistas, con la añoranza de los otrora besamanos, aguantando que le cuenten las verdades del barquero bajo el único paraguas del botoncito que limita los tiempos. Resistir con singular empeño, a veces impertérrito cual busto de bronce, otras en tal forma cuando no se digna en aparecer por la casa común de los béticos. O no se atreve. Resistir callado cuando vienen torcidas, asomando para soltar alguna gracia cuando entra algo la pelotita, aunque tal vez sorprendido de que a estas alturas de la película esas gracias no cosechen ni sonrisas. Resistir cada vez más sumergido en su realidad, esa del 92 y los destructores, esa en la que es un salvador y los que le critican no quieren al Betis. Resistir, y en eso se parece al de antes (solo en eso), desde una visión con perspectiva de las cosas, siempre pensando que basta con ganar tiempo hasta que suene la flauta... o cumpla 70 años… Sea dejando la presidencia, convocando elecciones para ésta, anunciando venta de acciones entre los béticos, volviendo al Consejo, anunciando las veces que haga falta el inicio de obras en el estadio (…los diplodocus…), simulando una venta con figurantes propios de los tiempos de Esteso y Pajares, y hasta con falsos pajes reales de emires de las mil y una noches… cualquier esperpento es válido con tal de ganar tiempo. El caso es huir hacia ninguna parte para poder resistir. Y no es extraño que lo haga. No es por vicio. Es por necesidad.
De webos, árboles y bosques
Y mientras, el todavía Real Betis Balompié (maestro Peris dixit) ya no se vacía: ya, directamente, se desangra a chorros. Roto institucional, deportiva, emocional y socialmente, con un beticismo harto de estar harto, tan harto que hasta está harto de estar harto del presunto Salvador, del que ya no espera nada, y llega a la conclusión de que es mejor dirigir las iras a los jugadores, hasta tirándoles webos a ver si así éstos los echan en el campo. Claro que en esa focalización, en algo ha influido el enésimo as (de nuestra baraja) que el presunto mecenas ha tirado a la mesa: la inversión realizada en fichajes en Agosto y Enero, en base a la cual no pocos medios –propagandistas aparte- han construido la especie de que “este año no se le puede reprochar nada” al presunto mecenas. Una vez más, el árbol no deja ver el bosque, y se tocan palmas cuando aflora el dinero que generan los béticos, sin tomar conciencia de que no es más que una huida hacia adelante que compromete el incremento de ingresos por derechos televisivos, desequilibrando la cuenta de resultados sin rentabilidad económica ni deportiva.
Me detendré un momento en ese punto, aún sin contar aún con datos suficientes como para elevar las conclusiones a definitivas: En este ejercicio y los siguientes los costes por plantilla (parte principal de los gastos de explotación) se ven incrementados en unos 13 millones de euros anuales, lo que situará la cifra de gastos de explotación en una cifra superior a los 50 millones de euros anuales (45 millones de euros por costes anuales de plantilla), insistiendo en la falta de verificación exacta de las cifras.
Pues bien, aun suponiendo que la integridad de ingresos generados por el Betis revierten (por fin) en el Betis cada año, y añadiendo el incremento anual que puede suponer el nuevo contrato televisivo (10 millones de euros anuales más que el actual), difícilmente se superarían los 44 millones de euros en concepto de ingresos anuales. Es decir, ya contando con el nuevo contrato televisivo habría un desfase de resultados de explotación mínimo de 6 millones de euros, solo soslayable con ingresos por participación en Champions o con resultados extraordinarios por venta de jugadores bastante por encima de su precio de venta/amortización pendiente, en línea de las ventas de Joaquín u Oliveira que permitieron salir de una situación de quiebra técnica a 30.6.2006.
En resumen, que los futuros ingresos adicionales por derechos televisivos ya han sido comprometidos para al menos los próximos 5 años, y que no se atisba hoy por hoy ningún jugador con el que poder cubrir el presupuesto, habida cuenta de la devaluación de la práctica totalidad de la plantilla (con la excepción, tal vez, de Emaná) y la situación mortecina de la cantera como fuente de jugadores del primer equipo, con contadísimas excepciones que, en cualquier caso, difícilmente superarán un valor de mercado realmente significativo. Todo eso, suponiendo la permanencia en Primera, algo que doy plenamente por hecho por muchos motivos, entre otros y fundamentalmente porque un descenso supondría un absoluto desastre en términos económicos.
Volviendo a los jugadores y a su escaso rendimiento, convendría preguntarse cómo es posible que un club que desde aquel 12 de Junio de hace 4 años ha incorporado, si mal no recuerdo, a un total de 34 jugadores con un coste de compra total cercano a los 80 millones de euros, puede estar situado durante 4 temporadas consecutivas en los puestos de peligro. La respuesta a esa pregunta es extraordinariamente sencilla: porque el modelo de gestión ha convertido al Betis en una máquina de empeorar y devaluar a cada futbolista que llega, como si se tratase de un cesto lleno de manzanas viciadas que vician en poco tiempo a cualquiera que se añada al cesto. En la huida hacia ninguna parte se sigue tirando el dinero que los béticos generamos, por mor de intentar quitar presión al presunto mecenas, sin alcanzar dos conclusiones que creo resultan obvias:
La primera, que los futbolistas bajan los brazos en el momento en que se percatan que esto más que una empresa es una quincalla, en la que los que aconsejan al patrón y sus “encargaos” no tienen peso alguno y en la que el único patrón anda errante, errático y más preocupado por sus cosas que por dirigir el negocio.
La segunda, que en ese modelo y en ese estado de cosas, la única forma de que medio funcione la cosa es con un entrenador con firmeza, autoridad, respaldo claro por parte del patrón, exigente y duro, incluso aunque no resulte simpático; releer hoy día algunas sandeces que se publicaron tras la marcha de Lorenzo Serra sobre sus malas relaciones con algunos jugadores (pobres chicos) resulta grotesco. Igual que repasar las múltiples desautorizaciones y puñaladas recibidas por Chaparro, que no han ayudado precisamente a que la actual plantilla se sienta muy presionada en la exigencia. Y eso por poner algunos ejemplos.
Profecía… o esperanza
Ante semejante panorama, alguno se preguntará si hay razones para seguir soñando con el Betis que se merecen los béticos. Las hay, claro que las hay. Las hay porque los béticos, el beticismo, nunca han resistido en su historia porque sí, ni por derrotismo, ni por conformismo: la hace, lo hacemos, porque siempre pensamos que al día siguiente saldrá el sol. Algo habrá en esa forma de sentir cuando en los que fueron sus peores años deportivos conformó una masa social que hoy llega al millón de personas y cuando en sus peores años sin paliativos en términos institucionales, sociales y de dignidad herida, que son los presentes, seguimos amando un club a pesar de su presunto mecenas, de la pelotita, de la desvergüenza ajena, de la vergüenza sufrida. A pesar de que el todavía Real Betis Balompié (maestro Peris dixit) cada vez se parece menos al Betis que nos contaron y que mamamos.
Sí, hay razones para seguir soñando con el Betis que merecemos los béticos, con el Betis de siempre, el Betis auténtico, el Betis que no sea vaciado ni desangrado. Ya se decía en aquella crónica de la última Junta de accionistas (ver Nota 4): Hace solo dos años hubiese resultado un ejercicio de ciencia ficción pensar que el Betis se liberase de sus contratos con Encadesa y Tegasa, que su presupuesto se acercase a los 50 millones en virtud de dicha libertad, que se forzase a invertir hasta el último euro obtenido por la recalificación en la finalización del Estadio y solo en beneficio del Betis, que 1.000 béticos recuperasen las acciones que venían reclamando desde 1992 a Farusa, que apareciese un contrato que obligaba a Encadesa a revertir sus beneficios al Betis, que en una Junta se impusiera la normalidad en las formas y la inmensa mayoría votase frente al otrora presunto salvador, que un Juzgado de lo Penal obligase a dar pelos y señales acerca de una gestión oscura durante tres lustros, que se diese a los accionistas las cuentas anuales completas, que un Notario levantase acta de la Junta, que se desentrañase la trama accionarial de Farusa y empresas vinculadas, que el presunto mecenas tuviese que escuchar a treinta béticos contándole frente a frente las verdades del barquero sin poder reconvenirles al modo que hacía con sus críticos en los años noventa, que la mayoría de medios y de béticos hablasen del presunto salvador como máximo accionista pero no ya como dueño, o que la mayoría ya no hablase del dinero que éste pone, sino del dinero del Betis, de los béticos, que se gasta… todo eso, insisto, hubiese sido impensable hace dos años…
Por eso hay razones para seguir soñando: porque el Betis con mayúsculas, el Betis de los béticos, está venciendo a Jabugo, a sus Encadesas y Farusas, en el terreno de la razón, de los argumentos, de los hechos, de lo social. Resta que lo haga en lo jurídico y en lo accionarial, pero las bases están asentadas y sembradas, como el tiempo se encargará de demostrar. Y crecerán y darán fruto sin prisa pero sin pausa…
… aunque de esto no hablaré hoy…
… Lo que sí hago hoy, decimotercer día del mes de Mayo, es terminar este interminable ejercicio de reflexión en voz alta exactamente donde lo empecé, aunque atreviéndome a reescribir la profecía de Lorenzo Serra. Y lo hago para afirmar lo siguiente:
Algún día, más pronto que tarde, el Betis será lo que quieran los béticos.
Repito:
El Betis será.
Lo que quieran los béticos.
Habrá quien diga que esto más que profecía, es utopía o esperanza. Puede ser. Pero, al fin y al cabo, la esperanza viste de verde… y ese verde esperanza es el color más profundo del alma del todavía Real Betis Balompié…
Manque pierda.
-Discóbolo-
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Nota 1: Algo de ese ejercicio de análisis riguroso de los hechos y no de las leyendas se hizo, por ejemplo, en este informe cuya lectura recomiendo como complementaria: http://www._pornuestrobetis_.com/drupal/node/82
Nota 2: Puede verse un completo Balance deportivo del Real Betis Balompié S.A.D. 1992-2008 en http://www._pornuestrobetis_.com/drupal/node/1464
Nota 3: Post “Resistencia”. Ver http://www.betisweb.com/foro/showthread.php?p=1315220.
Nota 4: Crónica de la “Junta del enroque” y adjuntos cuya lectura se recomienda. Ver http://www._pornuestrobetis_.com/drupal/node/1483.
haber quien se lo lee entero...
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