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-->> NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)<<--

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  • -->> NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)<<--

    Nota 1: Post publicado originalmente en la mañana del 28 de Febrero de 2007, actualizado para esta ocasión.

    Nota 2: En el caso de las béticas, ruego lean el post completo cambiando en su lectura la expresión recurrente "bético" por "bética", para evitar la fórmula "bético/a".
    ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevarte aquel escalofrío que notaste la primera vez que saliste del vomitorio. No olvides llevar el tacto de aquella mano, la mano arrugada de tu abuelo o la mano fuerte de tu padre. No olvides llevar aquella carantoña en el pelo, aquel picor de la camiseta recién comprada, aquel susurro al oído de la voz querida y respetada. No olvides llevar aquel recuerdo, aquella emoción, aquel momento, aquel instante en que el tiempo se paralizó en tus ojos de niño y estos se iluminaron como nunca. No olvides llevar tus nervios, tu mano cerrándose con fuerza, aquel olor inconfundible en el que se mezclaban tantas cosas. No olvides llevarte aquella mirada de reojo con la boca entreabierta en la que viste a tu abuelo, a tu padre, mirando al cielo. No olvides llevarte tu extrañeza de entonces que es plena y dolorosa comprensión ahora. No olvides llevarte esa misma mirada al cielo para buscar la mano que aquel día te estrechaba. No olvides llevarte aquel “Beeeti” que se te clavó en el alma la primera vez que lo escuchaste. No olvides llevarte el sabor de aquel bocadillo del descanso, adobado con aquella fanta que tan bien te supo. No olvides llevarte aquel grito suspendido, aquel “huy” por primera vez cantado con el que te cedía el testigo. No olvides llevarte aquel saber estar, aquella mirada reprobatoria cuando imitaste al vecino (y a tu compañero de pupitre, dicho sea de paso) largando fiestas del árbitro. No olvides llevarte tu corazón desbocado cantando “gooool” en un dúo que nunca, jamás, fue tan sublime como en las gradas de vuestra segunda casa, que te sirvió para hilar complicidades y compañerismos que de otra forma tal vez no hubieras encontrado en la primera. No olvides llevar aquel abrazo, aquel beso, aquella sensación de ser acogido en un mundo “de mayores”. No olvides, en fin, llevar prendido aquel bautismo que era al tiempo confirmación en una fe en la que habías nacido pero que también habías abrazado.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar aquella canción, aquel “arriba, arriba”. No olvides llevar aquellos recuerdos de la Plaza Nueva, aquellos apretujones, aquel olor a humanidad que en esos momentos te parecía olor a ángeles. No olvides llevar el eco del sonido de aquel transistor en el que tu padre escuchaba la tanda de penaltis. No olvides llevarte sus lágrimas ni el temblor de sus labios cuando Esnaola paró el penalti. No olvides llevar también tus primeras lágrimas, que entonces no fuiste capaz de comprender, porque no sabías que se podía llorar de felicidad. No olvides llevar el recuerdo de aquella bandera que sacaste a la calle, aquella bandera que fue contigo a visitar al Rey San Fernando, ese que decía tu padre que hasta en la tumba tenía el escudo del glorioso. No olvides llevar impreso en tu mirada la imagen de De La Concha, de Naranjo, de Iriondo. No olvides llevar el recuerdo de aquel señor que desde la azotea del Ayuntamiento tiraba fotos a la multitud en la que te encontrabas, aquel señor que tu padre llamaba “el Sr. Borbolla”. No olvides llevar el orgullo que sentiste aquella noche, que todavía te duraba al volver a clase en Septiembre. No olvides llevar aquel sueño de una noche de verano. No olvides llevar tu ronquera de la mañana siguiente. No olvides llevar aquella fotografía, esa que aunque nunca más has encontrado, tienes en la cabeza cada vez que debes recurrir a ella: esa en la que está Rogelio, tu Rogelio, con la Copa. No olvides llevar la risa que soltaste la primera vez que viste a aquel chaval desgarbado, ni olvides la cara de tu padre, que muy serio te dijo: “Ese Rafael va pa figura, niño”. No olvides llevar aquel autógrafo que Cardeñosa te firmó en la mano, porque aunque no lo creas no se terminó de borrar a los 5 días: aún lo llevas bajo la piel.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar la hombría que hallaste dentro de ti en aquel partido contra el Tenerife. No olvides llevar esos mismos hue-vos con los que llevaste aquel día, en que tocaba el Manquepierda de tus ancestros, porque no podía tocar otra cosa después del 4-0 que Pumpido nos había regalado en la ida. No olvides llevar el abrazo que te dio tu padre antes de ir al partido, él que no podía ir porque el médico no solo le había quitado del tabaco. No olvides llevar aquel susurro que nunca supiste si era orden o ruego: “Niño, grita Beti más que nunca. Más que nunca”. No olvides llevar el aroma de aquel extraño día en el que la derrota pareció victoria en un hermoso grito de orgullo que se suspendía en un eterno “Beeeeeeti...” que no parecía tener fin. No olvides llevar las lágrimas de aquel otro día gemelo, ahora con el Coruña que luego sería el Depor, y más tarde el Superdepor. No olvides llevar aquella tristeza que ni la ilusión del próximo concierto de Guns&Roses podía quitarte entonces. No olvides llevarte el dinero que entonces no tenías, pero que sacaste de debajo de las piedras para comprar aquellas acciones. No olvides llevar esas acciones, aunque las dejes en casa, porque dicen que un cachito pequeño del Betis es tuyo, aunque el cachito tuyo que es del Betis sea muy grande. No olvides llevar la luna de aquella noche, aquella noche en la que el Betis se salvaba y en la que tú, que habías contribuido a aquella salvación, cantabas “November Rain” en el cesped del Villamarín. Y por supuesto, no olvides llevar aquella fotografía delante de la Catedral de Burgos con la camiseta del Betis, antes de salir por fin del pozo.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar aquel billete, ni los chistes de aquel primer viaje en el AVE. No olvides llevar el cántico sobre la estética de los goles de Alfonsito. No olvides llevar en la cabeza, aunque ya no lo tengas, aquel sombrero que tanto se parecía al que se ponía Finidi. No olvides llevarte la casta que tenían Cañas y Merino, con más co-jo-nes en el campo que el caballo de Espartero. No olvides llevarte la magia de aquella bufandada en el Bernabeu, ni en sabor de aquellas porras a las que te invitaron en un bar de Madrid, aquel día que Madrid parecía verdiblanca. No olvides llevar aquel abrazo colectivo en el que entre lágrimas de impotencia viste las lágrimas de Alfonso. No olvides llevarte la fuerza que aquel día nació dentro de ti, ni el juramento que hiciste: “Volveremos a por la Copa”. No olvides, nunca olvides, llevar encima esa capacidad de mirar de frente a la victoria y la derrota. Porque tuyo es el orgullo de ser bético y el privilegio de haber mamao el manquepierda.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar una brizna de césped de La Victoria. O aquella pulsera de Casas. No olvides llevar aquella escena en la que Don Luís Del Sol y Joaquín Sánchez, casi ná, se fundían en un abrazo. No olvides llevar, si te coge con guasa, un trozo de calabaza de aquella noche de Halloween. No olvides llevarte lo bueno y lo malo de todos los derbis vividos. No olvides llevarte el ánimo permanente y el optimismo constante. No olvides llevar tu capacidad de sufrir. No olvides llevarte, claro que no, aquel gol de Oliveira desde fuera del área que mudó propiedades de pieles de oso.

    No olvides llevar los guantes de Doblas en Bilbao. Ni la bota del cántabro que metió el penalti. No olvides llevarte los redaños de Juanito aquella noche ante los aragoneses, que nos hizo dormir ya soñando con las estrellas. No olvides llevar aquel balón congelado en una eterna parábola en Mallorca. No olvides llevarte aquellas noches de Plaza Nueva, de euforia constante, aquellos 34 días en los que todo parecía posible. No olvides llevarte aquel recorte de prensa en el que ya se leía la palabra “Champions”. No olvides llevarte la entrada del Calderón. No olvides llevarte la incomparable llegada del autobús, en la que te sentiste parte de un todo. No olvides llevarte aquel billete de metro, que te dijeron debías usar para coger “la línea verde”. No olvides llevar la extraña angustia de aquel gol a cámara lenta, ni la alegría que le siguió. No olvides llevar, porque lo llevas tatuado muy dentro, la galopada de Varela, el desmarque en diagonal de Oliveira y aquel tiro con la zurda de Dani. No olvides llevar aquel grito incontenible, aquel instante de gloria. No olvides llevar aquel espejismo en el que volvías a abrazarte a aquellos que tanto añorabas. No olvides llevar todas y cada una de las estrellas de aquella noche de Madrid.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar aquel “espíritu Champions”. No olvides llevar tus entradas, ni ese himno que aún guardas en tu móvil. No olvides llevar la misma ilusión de aquellos niños agitando las estrellas en el centro del campo. No olvides llevar el tacto de la mano de tu hija. No olvides llevar esa extraña sensación de ser ahora tú el que pasaba el testigo de algo. No olvides llevar aquella mirada iluminada que ya no era tuya pero en cierta forma sí lo era. No olvides llevarte, otra vez, tu corazón desbocado cantando “gooool” en un dúo que nunca, jamás, fue tan sublime, un dúo en el que ahora tú eras el tronco mayor y que te sirve, te servirá, para hilar complicidades y compañerismos que de otra forma tal vez no encontrarías por los pudores de las relaciones familiares. No olvides llevar aquel abrazo, aquel beso, aquella sensación de acogerla en un mundo “de mayores”. No olvides llevar tu canto en Anfield, aquel día en el que el tiempo quedó suspendido mientras te fundías en un “You´ll never walk alone” que era “Manquepierda”, y un “Manquepierda” era “You´ll never walk alone”. Y, por supuesto, no olvides llevarte el “espíritu Chelsea”.

    Te lo repito: No olvides llevarte el “espíritu Chelsea”. No olvides llevar tu aliento para hacer volar a los tuyos y detener a los de enfrente. No olvides llevar aquel retumbar de las butacas que hacía desear soltar el balón al que no vestía de verdiblanco. No olvides llevar las llamas verdes de aquel infierno en el que, sin perder ni un ápice de deportividad, se convirtió el Estadio. No olvides llevar tu garganta preparada para romperse como aquel día en el que mandamos a casa al que decían era el mejor equipo del mundo.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevarte los colores que trajo Ramos Asencio, ni la juventud de aquellos chavales de la Politécnica. No olvides llevarte el aura legendario de Jones. No olvides llevarte aquel sello del Balompié. No olvides llevarte el pañuelo de Aranda y la camisola de Tenorio. No olvides llevarte la fidelidad de Saro y los redaños de Peral. No olvides llevarte la clase de Lecue y Aedo. No olvides llevarte la fotografía de Portu, ni aquella otra de un joven Luís del Sol. No olvides llevarte una astilla de aquellas vallas verdes y un pedazo de tierra del Patronato. No olvides llevar aquella papeleta de rifa que conservaba tu abuelo. No olvides llevar aquella bandera que viajó a Utrera. No olvides llevar contigo todos y cada uno de los 2.600 días que el Real Betis Balompié militó en la Tercera División. No olvides llevarte los puros del ascenso a Segunda, ni aquellas pancartas de la vuelta a Primera. No olvides llevarte la entrada de aquel 2-4, ni el arte de las “tostás” de Rogelio.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides que todo eso y muchísimo más está en tu corazón, porque lo has vivido o lo has heredado. No olvides llevarlo. No olvides llevar 100 años de historia, de sentimiento, de humildad y grandeza. No olvides llevar en tu corazón el corazón de tu padre, de tu tío, de tu abuelo. No olvides llevar en tu boca sus gritos. No olvides llevar en tu alma su alma.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar todo eso y mucho más concentrado en un trozo de tela para poder enseñarlo a los tuyos y a los que no son tuyos. No olvides llevar ese trozo de tela, porque en ella se resume todo lo que tú has vivido, lo que otros vivieron antes que tú y lo que vivirán los que vengan tras de ti. No olvides, en fin, llevar tu bandera, y agitarla con orgullo. Porque esas 50.000 banderas le contarán al mundo 50.000 historias distintas pero iguales, 50.000 bautizos en el campo, 50.000 gritos de gol un 11 de Junio, 50.000 banderas del 77, 50.000 corazones llenos del “espíritu Chelsea”.

    Y una cosa más, bético, si me lo permites: No olvides todo lo que llevas en esa bandera. Porque llevas tanto... No olvides lo que representa, no olvides lo que representas. Y justamente por eso, olvida cualquier cosa que no sea tu sentimiento y el terreno de juego. No ensucies tu sentimiento mirando hacia otra parte, distrayendo tu atención, dedicándole un segundo a quien no lo merece, esté en el Palco o en su encierro. Y, por supuesto, no olvides que se juega “el otro partido”, que lanzar algo al campo no es más que lanzar una piedra contra tu propio tejado y ayudar al contrario. Si quieres lanzar algo, lanza un mensaje: lleva tu bandera y levántala con orgullo, sea cual sea el resultado. Ese es nuestro mensaje.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. Lleva esa bandera que es muchísimo más que una bandera. Y levántala, al principio, durante y al final del partido. Y, si quieres, mantenla levantada durante varios minutos cuando el partido termine, sea cual sea su resultado, para lanzar el mensaje de lo que es el Betis, el Betis de tus entrañas, el Betis de tus ancestros.

    Y cuando la levantes, mira hacia arriba. Porque si lo haces, podrás ver el Cuarto Anillo perdiéndose en el infinito. Y escucharás un “Aupa Betis” rasgando el cielo, un “Aupa Betis” que te contaba tu abuelo y que tú nunca escuchaste. Y verás las nubes abrirse con un “Beeetis” que te llegará desde muy alto y te envolverá. Y los verás. Claro que los verás. Los verás por miles levantar la misma bandera que tú, llenando el cielo de verde en el día más verde del año. Los verás arremolinarse en las gradas, sin sentarse, al modo antiguo.

    Y entonces, estremecido hasta el llanto, te fundirás con todos los tuyos, presentes, pasados y futuros, para llevar a tu Betis del alma hasta donde le toque ir hoy, y hacia donde tenga que caminar mañana, sea donde sea...

    No lo olvides, bético. No lo olvides.

    No olvides que eres bético.

  • #2
    Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

    Originalmente publicado por Iñigo Vicente Ver Mensaje
    Nota 1: Post publicado originalmente en la mañana del 28 de Febrero de 2007, actualizado para esta ocasión.

    Nota 2: En el caso de las béticas, ruego lean el post completo cambiando en su lectura la expresión recurrente "bético" por "bética", para evitar la fórmula "bético/a".
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    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevarte aquel escalofrío que notaste la primera vez que saliste del vomitorio. No olvides llevar el tacto de aquella mano, la mano arrugada de tu abuelo o la mano fuerte de tu padre. No olvides llevar aquella carantoña en el pelo, aquel picor de la camiseta recién comprada, aquel susurro al oído de la voz querida y respetada. No olvides llevar aquel recuerdo, aquella emoción, aquel momento, aquel instante en que el tiempo se paralizó en tus ojos de niño y estos se iluminaron como nunca. No olvides llevar tus nervios, tu mano cerrándose con fuerza, aquel olor inconfundible en el que se mezclaban tantas cosas. No olvides llevarte aquella mirada de reojo con la boca entreabierta en la que viste a tu abuelo, a tu padre, mirando al cielo. No olvides llevarte tu extrañeza de entonces que es plena y dolorosa comprensión ahora. No olvides llevarte esa misma mirada al cielo para buscar la mano que aquel día te estrechaba. No olvides llevarte aquel “Beeeti” que se te clavó en el alma la primera vez que lo escuchaste. No olvides llevarte el sabor de aquel bocadillo del descanso, adobado con aquella fanta que tan bien te supo. No olvides llevarte aquel grito suspendido, aquel “huy” por primera vez cantado con el que te cedía el testigo. No olvides llevarte aquel saber estar, aquella mirada reprobatoria cuando imitaste al vecino (y a tu compañero de pupitre, dicho sea de paso) largando fiestas del árbitro. No olvides llevarte tu corazón desbocado cantando “gooool” en un dúo que nunca, jamás, fue tan sublime como en las gradas de vuestra segunda casa, que te sirvió para hilar complicidades y compañerismos que de otra forma tal vez no hubieras encontrado en la primera. No olvides llevar aquel abrazo, aquel beso, aquella sensación de ser acogido en un mundo “de mayores”. No olvides, en fin, llevar prendido aquel bautismo que era al tiempo confirmación en una fe en la que habías nacido pero que también habías abrazado.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar aquella canción, aquel “arriba, arriba”. No olvides llevar aquellos recuerdos de la Plaza Nueva, aquellos apretujones, aquel olor a humanidad que en esos momentos te parecía olor a ángeles. No olvides llevar el eco del sonido de aquel transistor en el que tu padre escuchaba la tanda de penaltis. No olvides llevarte sus lágrimas ni el temblor de sus labios cuando Esnaola paró el penalti. No olvides llevar también tus primeras lágrimas, que entonces no fuiste capaz de comprender, porque no sabías que se podía llorar de felicidad. No olvides llevar el recuerdo de aquella bandera que sacaste a la calle, aquella bandera que fue contigo a visitar al Rey San Fernando, ese que decía tu padre que hasta en la tumba tenía el escudo del glorioso. No olvides llevar impreso en tu mirada la imagen de De La Concha, de Naranjo, de Iriondo. No olvides llevar el recuerdo de aquel señor que desde la azotea del Ayuntamiento tiraba fotos a la multitud en la que te encontrabas, aquel señor que tu padre llamaba “el Sr. Borbolla”. No olvides llevar el orgullo que sentiste aquella noche, que todavía te duraba al volver a clase en Septiembre. No olvides llevar aquel sueño de una noche de verano. No olvides llevar tu ronquera de la mañana siguiente. No olvides llevar aquella fotografía, esa que aunque nunca más has encontrado, tienes en la cabeza cada vez que debes recurrir a ella: esa en la que está Rogelio, tu Rogelio, con la Copa. No olvides llevar la risa que soltaste la primera vez que viste a aquel chaval desgarbado, ni olvides la cara de tu padre, que muy serio te dijo: “Ese Rafael va pa figura, niño”. No olvides llevar aquel autógrafo que Cardeñosa te firmó en la mano, porque aunque no lo creas no se terminó de borrar a los 5 días: aún lo llevas bajo la piel.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar la hombría que hallaste dentro de ti en aquel partido contra el Tenerife. No olvides llevar esos mismos hue-vos con los que llevaste aquel día, en que tocaba el Manquepierda de tus ancestros, porque no podía tocar otra cosa después del 4-0 que Pumpido nos había regalado en la ida. No olvides llevar el abrazo que te dio tu padre antes de ir al partido, él que no podía ir porque el médico no solo le había quitado del tabaco. No olvides llevar aquel susurro que nunca supiste si era orden o ruego: “Niño, grita Beti más que nunca. Más que nunca”. No olvides llevar el aroma de aquel extraño día en el que la derrota pareció victoria en un hermoso grito de orgullo que se suspendía en un eterno “Beeeeeeti...” que no parecía tener fin. No olvides llevar las lágrimas de aquel otro día gemelo, ahora con el Coruña que luego sería el Depor, y más tarde el Superdepor. No olvides llevar aquella tristeza que ni la ilusión del próximo concierto de Guns&Roses podía quitarte entonces. No olvides llevarte el dinero que entonces no tenías, pero que sacaste de debajo de las piedras para comprar aquellas acciones. No olvides llevar esas acciones, aunque las dejes en casa, porque dicen que un cachito pequeño del Betis es tuyo, aunque el cachito tuyo que es del Betis sea muy grande. No olvides llevar la luna de aquella noche, aquella noche en la que el Betis se salvaba y en la que tú, que habías contribuido a aquella salvación, cantabas “November Rain” en el cesped del Villamarín. Y por supuesto, no olvides llevar aquella fotografía delante de la Catedral de Burgos con la camiseta del Betis, antes de salir por fin del pozo.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar aquel billete, ni los chistes de aquel primer viaje en el AVE. No olvides llevar el cántico sobre la estética de los goles de Alfonsito. No olvides llevar en la cabeza, aunque ya no lo tengas, aquel sombrero que tanto se parecía al que se ponía Finidi. No olvides llevarte la casta que tenían Cañas y Merino, con más co-jo-nes en el campo que el caballo de Espartero. No olvides llevarte la magia de aquella bufandada en el Bernabeu, ni en sabor de aquellas porras a las que te invitaron en un bar de Madrid, aquel día que Madrid parecía verdiblanca. No olvides llevar aquel abrazo colectivo en el que entre lágrimas de impotencia viste las lágrimas de Alfonso. No olvides llevarte la fuerza que aquel día nació dentro de ti, ni el juramento que hiciste: “Volveremos a por la Copa”. No olvides, nunca olvides, llevar encima esa capacidad de mirar de frente a la victoria y la derrota. Porque tuyo es el orgullo de ser bético y el privilegio de haber mamao el manquepierda.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar una brizna de césped de La Victoria. O aquella pulsera de Casas. No olvides llevar aquella escena en la que Don Luís Del Sol y Joaquín Sánchez, casi ná, se fundían en un abrazo. No olvides llevar, si te coge con guasa, un trozo de calabaza de aquella noche de Halloween. No olvides llevarte lo bueno y lo malo de todos los derbis vividos. No olvides llevarte el ánimo permanente y el optimismo constante. No olvides llevar tu capacidad de sufrir. No olvides llevarte, claro que no, aquel gol de Oliveira desde fuera del área que mudó propiedades de pieles de oso.

    No olvides llevar los guantes de Doblas en Bilbao. Ni la bota del cántabro que metió el penalti. No olvides llevarte los redaños de Juanito aquella noche ante los aragoneses, que nos hizo dormir ya soñando con las estrellas. No olvides llevar aquel balón congelado en una eterna parábola en Mallorca. No olvides llevarte aquellas noches de Plaza Nueva, de euforia constante, aquellos 34 días en los que todo parecía posible. No olvides llevarte aquel recorte de prensa en el que ya se leía la palabra “Champions”. No olvides llevarte la entrada del Calderón. No olvides llevarte la incomparable llegada del autobús, en la que te sentiste parte de un todo. No olvides llevarte aquel billete de metro, que te dijeron debías usar para coger “la línea verde”. No olvides llevar la extraña angustia de aquel gol a cámara lenta, ni la alegría que le siguió. No olvides llevar, porque lo llevas tatuado muy dentro, la galopada de Varela, el desmarque en diagonal de Oliveira y aquel tiro con la zurda de Dani. No olvides llevar aquel grito incontenible, aquel instante de gloria. No olvides llevar aquel espejismo en el que volvías a abrazarte a aquellos que tanto añorabas. No olvides llevar todas y cada una de las estrellas de aquella noche de Madrid.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar aquel “espíritu Champions”. No olvides llevar tus entradas, ni ese himno que aún guardas en tu móvil. No olvides llevar la misma ilusión de aquellos niños agitando las estrellas en el centro del campo. No olvides llevar el tacto de la mano de tu hija. No olvides llevar esa extraña sensación de ser ahora tú el que pasaba el testigo de algo. No olvides llevar aquella mirada iluminada que ya no era tuya pero en cierta forma sí lo era. No olvides llevarte, otra vez, tu corazón desbocado cantando “gooool” en un dúo que nunca, jamás, fue tan sublime, un dúo en el que ahora tú eras el tronco mayor y que te sirve, te servirá, para hilar complicidades y compañerismos que de otra forma tal vez no encontrarías por los pudores de las relaciones familiares. No olvides llevar aquel abrazo, aquel beso, aquella sensación de acogerla en un mundo “de mayores”. No olvides llevar tu canto en Anfield, aquel día en el que el tiempo quedó suspendido mientras te fundías en un “You´ll never walk alone” que era “Manquepierda”, y un “Manquepierda” era “You´ll never walk alone”. Y, por supuesto, no olvides llevarte el “espíritu Chelsea”.

    Te lo repito: No olvides llevarte el “espíritu Chelsea”. No olvides llevar tu aliento para hacer volar a los tuyos y detener a los de enfrente. No olvides llevar aquel retumbar de las butacas que hacía desear soltar el balón al que no vestía de verdiblanco. No olvides llevar las llamas verdes de aquel infierno en el que, sin perder ni un ápice de deportividad, se convirtió el Estadio. No olvides llevar tu garganta preparada para romperse como aquel día en el que mandamos a casa al que decían era el mejor equipo del mundo.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevarte los colores que trajo Ramos Asencio, ni la juventud de aquellos chavales de la Politécnica. No olvides llevarte el aura legendario de Jones. No olvides llevarte aquel sello del Balompié. No olvides llevarte el pañuelo de Aranda y la camisola de Tenorio. No olvides llevarte la fidelidad de Saro y los redaños de Peral. No olvides llevarte la clase de Lecue y Aedo. No olvides llevarte la fotografía de Portu, ni aquella otra de un joven Luís del Sol. No olvides llevarte una astilla de aquellas vallas verdes y un pedazo de tierra del Patronato. No olvides llevar aquella papeleta de rifa que conservaba tu abuelo. No olvides llevar aquella bandera que viajó a Utrera. No olvides llevar contigo todos y cada uno de los 2.600 días que el Real Betis Balompié militó en la Tercera División. No olvides llevarte los puros del ascenso a Segunda, ni aquellas pancartas de la vuelta a Primera. No olvides llevarte la entrada de aquel 2-4, ni el arte de las “tostás” de Rogelio.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides que todo eso y muchísimo más está en tu corazón, porque lo has vivido o lo has heredado. No olvides llevarlo. No olvides llevar 100 años de historia, de sentimiento, de humildad y grandeza. No olvides llevar en tu corazón el corazón de tu padre, de tu tío, de tu abuelo. No olvides llevar en tu boca sus gritos. No olvides llevar en tu alma su alma.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. No olvides llevar todo eso y mucho más concentrado en un trozo de tela para poder enseñarlo a los tuyos y a los que no son tuyos. No olvides llevar ese trozo de tela, porque en ella se resume todo lo que tú has vivido, lo que otros vivieron antes que tú y lo que vivirán los que vengan tras de ti. No olvides, en fin, llevar tu bandera, y agitarla con orgullo. Porque esas 50.000 banderas le contarán al mundo 50.000 historias distintas pero iguales, 50.000 bautizos en el campo, 50.000 gritos de gol un 11 de Junio, 50.000 banderas del 77, 50.000 corazones llenos del “espíritu Chelsea”.

    Y una cosa más, bético, si me lo permites: No olvides todo lo que llevas en esa bandera. Porque llevas tanto... No olvides lo que representa, no olvides lo que representas. Y justamente por eso, olvida cualquier cosa que no sea tu sentimiento y el terreno de juego. No ensucies tu sentimiento mirando hacia otra parte, distrayendo tu atención, dedicándole un segundo a quien no lo merece, esté en el Palco o en su encierro. Y, por supuesto, no olvides que se juega “el otro partido”, que lanzar algo al campo no es más que lanzar una piedra contra tu propio tejado y ayudar al contrario. Si quieres lanzar algo, lanza un mensaje: lleva tu bandera y levántala con orgullo, sea cual sea el resultado. Ese es nuestro mensaje.

    No lo olvides, bético. No lo olvides. Lleva esa bandera que es muchísimo más que una bandera. Y levántala, al principio, durante y al final del partido. Y, si quieres, mantenla levantada durante varios minutos cuando el partido termine, sea cual sea su resultado, para lanzar el mensaje de lo que es el Betis, el Betis de tus entrañas, el Betis de tus ancestros.

    Y cuando la levantes, mira hacia arriba. Porque si lo haces, podrás ver el Cuarto Anillo perdiéndose en el infinito. Y escucharás un “Aupa Betis” rasgando el cielo, un “Aupa Betis” que te contaba tu abuelo y que tú nunca escuchaste. Y verás las nubes abrirse con un “Beeetis” que te llegará desde muy alto y te envolverá. Y los verás. Claro que los verás. Los verás por miles levantar la misma bandera que tú, llenando el cielo de verde en el día más verde del año. Los verás arremolinarse en las gradas, sin sentarse, al modo antiguo.

    Y entonces, estremecido hasta el llanto, te fundirás con todos los tuyos, presentes, pasados y futuros, para llevar a tu Betis del alma hasta donde le toque ir hoy, y hacia donde tenga que caminar mañana, sea donde sea...

    No lo olvides, bético. No lo olvides.

    No olvides que eres bético.


    El texto que mas me ha emocionado en toda mi vida,todavía sigo llorando.¡¡Mucho Betis!!...MUCHO MAS QUE UN SENTIMIENTO

    Comentario


    • #3
      Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

      Lo mejor que se puede decir despues de leer esto es:

      Comentario


      • #4
        Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

        Eres grande amigo Iñígo, tus palabras siempre hacen que afloren esos recuerdos que hace ya mucho tiempo tenias guardado en el cajón, en un cajón lleno de beticismo, de pasión por esas benditas trece barras y por ese escudo que marca nuestra vida y seguramente marcará la vida de todos los nuestros. En estos días en los que todo te da absolutamente igual, que tu vida queda marcada sola y exclusivamente por el partido del domingo, por una situación que los señores que rigen los destinos de nuestra pasión que es el REAL BETIS BALOMPIE han provocado, en estos días en los que algunos nos preguntamos en tono de broma ABUELO, ¿Por que me hiciste del Betis? TENEMOS QUE RECORDAR LO PASADO, por que como dijo ORTEGA Y GASSET, todo pueblo que pierde su memoría histórica puede repetir los errores del pasado.

        En estos días en los que en algún momento se te pasa por la cabeza lo peor, hay que recordar que nacimos grandes. Que los que somos de nuestra generación, la tuya y la mía, nacimos con esa Virgen del Rocio que Esnaola llevaba en el cuello el 25 de Junio del 77, que crecimos con el robo de Tenerife, que alcanzamos la mayoría de edad con la promoción con el Deportivo, recordais el ambiente de esos dos partidos? Que vivimos el día mundial del beticismo con el Palamos, que nos entusiasmamos con el ascenso de Burgos y que conocimos a un señor bajito y con bigote que se parecía a Miyagi el de Karate Kid que nos hizo creer que algún día podriamos ser grandes. Los mismos que en aquel junio del 95 despedimos a nuestra gran leyenda RAFAEL GORDILLO, el vendaval del Polígono, los que lloramos en aquel maldito ave de vuelta de Madrid en el 97, recuerdas el frio que hacía en Madrid? Recuerdas como lloraba Alfonsito y Cañas, Anda que igual que ocho años despues cuando volvimos en el mismo ave, casi a la misma hora, cuando casi descarrilabamos cantando todo el tren el ARRIBA, ARRIBA ARRIBA ARRIBA BETIS CAMPEÓN, SOMOS CAMPEÓN DE ESPAÑA, SOMOS CAMPEÓN DE ESPAÑA EN EL VICENTE CALDERON

        Hay que recordar amigo, pero también hay que soñar, soñar en un futuro que está seguramente más cerca de los que creemos, te imaginas amigo Iñigo un Betis con un presidente de honor como el ***** siendo nuestro estandarte y nuestra bandera? Te imaginas un Betis con una fundación llamada "Fundación Luis del Sol" para que todo el mundo conozca que es ser bético y que en todos los lugares del mundo mediante actuaciones de cooperación haya una camiseta de las trece barras? Todo eso será posible más pronto que tarde, pero lo importante es que el domingo el Estadio BENITO VILLAMARÍN sea lo que fue el día de Tenerife, el del Depor y también el del Chelsea, que se sienta la pasión, esa pasión que estos días cuando te preguntas ABUELO, POR QUE ME HICISTE DEL BETIS? Te respondas POR QUE ES LO MÁS GRANDE, GRACIAS ABUELO FERMIN, nunca te estaré lo suficientemente agradecido por haberme regalado esa camiseta meyba con las trece rayas verdiblancas, por haberme llevado por primera vez al BENITO VILLAMARIN y a Villa Heliópolis, por sacarme mi primer carne cuando tenía 6 añitos. Allá desde el cuarto anillo, el domingo a las nueve menos cuarto miraré el cielo y sabré que estarás contento por que tu betis, nuestro betis seguirá donde tiene que estar, por que nos jugamos más que un descenso nos jugamos la sonrisa de miles de niños que el lunes irán al cole con su camiseta del REAL BETIS BALOMPIE, por todos esos niños SENTIR, LUCHAR, GANAR, PODEMOS.

        P. D: Como siempre Iñigo muchas gracias por esas palabras que sacan de todos nosotros lo más grande de nuestro beticismo, sabes que te aprecia tu amigo M.A.M

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        • #5
          Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

          http://www.youtube.com/watch?v=AbPEMa0wsFU

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          • #6
            Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

            Ojú Dios mío, y que un tío como yo de 30 años se haya hartado de llorar como un niño chico, leyendo esto. Yo sé porqué y por quien lloro. Me acuerdo de aquel hombre que por primera vez me enseñó el cesped del Villamarín, aquel que me compró la equipación de meyba del Betis, del que nunca me habló del Betis pero me lo dijo todo cuando me llevó por primera vez al Villamarín, aquel con el que me iba a su casa para ver al Betis cuando ya no podía llevarme, aquel hombre, mi abuelo, el mejor BETICO que he conocido.

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            • #7
              Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

              Esto es lo que necesitamos antes del importantísimo partido del Domingo... Grande Betis

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              • #8
                Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

                Llevo desde el Sábado, con un nudo que me ahoga, no me deja dormir, no me deja reir, no me deja hacer nada, que no sea mirar para el Villamarín el Domingo.

                Hoy escuche a don Alfonso Jaramillo, llorar y ahora esto.....¡Madre mía cuanto sufrimiento!

                Gracias por el escrito, me has trasladado a cada uno de los sitios que narras.

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                • #9
                  Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

                  Me quedo con tus palabras, amigo, y sobre todo con ésto:

                  Originalmente publicado por gordilloforever Ver Mensaje
                  ... Hay que recordar amigo, pero también hay que soñar, soñar en un futuro que está seguramente más cerca de los que creemos...

                  (...)

                  SENTIR, LUCHAR, GANAR, PODEMOS.
                  A lo mejor podemos aprovechar y ampliar aquella frase, justo en esa línea:

                  SENTIR, SOÑAR, LUCHAR, GANAR... PODEMOS

                  Un fuerte abrazo, amigo mío. Viva el Betis manque pierda.

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                  • #10
                    Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

                    Luchar, buscar y encontrar… no rendirse.

                    Comentario


                    • #11
                      Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

                      Lo habré leido como una diez veces, desde el original hasta esta edicion, pero sigue poniéndome los vellos de punta

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                      • #12
                        Respuesta: --&gt;&gt; NO LO OLVIDES, BÉTICO, no lo olvides (actualizado)&lt;&lt;--

                        Que "harta" de llorar. Te quiero BETIS.

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