Quizá han sido demasiados años sin una buena alegría, la de sentirte liberado de la triste medianía que unas veces te hacía ver boleones y otras manos en alto de impotencia al estar copado con el balón en los pies.

Quizá, pero en esto de las alegrías, de las pocas alegrías, también te viene a la memoria aquellos que estaban ahí, a las malas, y que ahora no están. Mi recuerdo quizá sea por ellos, por aquellos que quisieron ver lo que vivimos y se fueron demasiado pronto.

En el Betis hemos vivido una vorágine de sinsabores que ahora que saboreamos un poco de lo que antes veíamos en los demás casi que no nos lo creemos. Y me acuerdo, claro que me acuerdo al ver huecos en la grada de aquellos que cogieron sitio en el cuarto anillo antes de tiempo.

Miro a la curva de gol norte grada baja y no veo a aquel cabezota con el que tanto me peleé en esto del "internete bético" y que sacaba fotos sin parar para regalarlas a los béticos. En Marchena también lo echarán de menos, y es justo acordarse de los asientos vacíos en estos momentos. Como el del gol sur, donde el más animoso de los desheredados béticos que ha poblado nunca nuestras gradas sacaba su sonrisa perpetua con esa mella que hacía que la socarronería viniese de fábrica. Demasiado pronto para los dos, y un recuerdo para saber que me acompañaron en mi caminar bético, me marcaron a pesar de muchas cosas, formaron parte de todo esto, y no se les olvida.

En las muescas que va dejando la vida los que de verdad marcaron nuestras huellas tienen en nuestro recuerdo la forma de volver a formar parte de las mismas. Miguel, JuanCa, imaginar vuestras caras en el 4-0 es una de las formas que tengo de saborear el Betis.