El mundo entero sabe que en la liga española un equipo ha obtenido el ascenso a primera división mediante la compra de jugadores contrarios. Menos, al parecer, la RFEF de Ángel María Villar, centrado en sus tejemanejes de siempre, y el CSD de Jaime Lissavetzky y Rodríguez Zapatero –a todos los efectos Ministro de Deportes–, demasiado ocupados con candidaturas a alcaldías y autonomías como para hacer siquiera que los involucrados se vean en el trago de declarar ante una comisión disciplinaria.
Todos conocen que con tal tropelía el Real Betis Balompié ha sido relegado a la 2ª división mediante prácticas de soborno, salvo al parecer sus propios dirigentes, ninguno de los cuales se ha molestado en hacer declaraciones públicas y convocatorias al respecto, en instar a nuestros regidores públicos y a los medios a apoyarnos, en ponerse al frente de una afición ansiosa de posicionarse. Los pasos dados, aquí y en el ámbito internacional, por una asociación bética no han conmovido en lo más mínimo la plácida apatía de los consejeros, “Presidente a la fuga” incluido; no han secundado la agresiva compaña de algún medio nacional, poniéndole así bien fácil a la prensa local ignorar el tema; y, lo más grave: el surgimiento entre los béticos de a pie de una convocatoria espontánea de protesta no ha recibido el menor eco de apoyo de quienes están por encima de todos obligados a fomentarla.
En suma, como tantas otras veces, los béticos nos hemos vuelto a quedar huérfanos. La concentración de defensa de los intereses del Betis planteada popularmente para el 18 de agosto a las 20:00 horas en la explanada de preferencia, se ha visto relegada al plano de lo íntimo, extendiéndose su conocimiento poco más allá de los contados centenares de “internautas verdiblancos” que vertemos en la web nuestra pasión bética. Pero es un asunto de honor, de dignidad, de esa rebeldía esencial que caracteriza el alma bética. El 18-A hay que estar en el Villamarín.
Pese a que en esta ocasión –media Europa me separa– no voy a poder ir, estaré allí porque en ese momento, seáis cuantos seáis, seréis el Betis, y nos encarnaréis a todos. No es una cuestión de número, es una cuestión de dignidad. Quiero que seáis muchos miles los físicamente presentes, pero si esta maldita orfandad, si este eterno tener que obrar desamparados, hicieran que de esta honorable protesta un acto sentido pero recogido, recordad lo que decían los primeros estatutos del Real Betis Balompié (El Reglamento de 1914, inmediato a la fusión entre el Real Betis FC y el Sevilla Balompié): “Esta sociedad no podrá disolverse mientras haya diez socios dispuestos a continuarla”. Esa modesta cifra fue considerada suficiente por los padres fundadores para mantener viva la llama que habría de deslumbrar al mundo.
Así pues, hagan lo que hagan los que deberían liderarnos, ocurra después lo que ocurra en los comités, seáis más o menos, tened presente en todo momento que los que allí estéis pasado mañana seréis un millón, porque portaréis por el beticismo todo la antorcha legendaria de la dignidad verdiblanca, seréis la prueba viva del que EL BÉTICO NUNCA SE RINDE.
¡18-A, JUSTICIA Y DIGNIDAD BÉTICA!
Todos conocen que con tal tropelía el Real Betis Balompié ha sido relegado a la 2ª división mediante prácticas de soborno, salvo al parecer sus propios dirigentes, ninguno de los cuales se ha molestado en hacer declaraciones públicas y convocatorias al respecto, en instar a nuestros regidores públicos y a los medios a apoyarnos, en ponerse al frente de una afición ansiosa de posicionarse. Los pasos dados, aquí y en el ámbito internacional, por una asociación bética no han conmovido en lo más mínimo la plácida apatía de los consejeros, “Presidente a la fuga” incluido; no han secundado la agresiva compaña de algún medio nacional, poniéndole así bien fácil a la prensa local ignorar el tema; y, lo más grave: el surgimiento entre los béticos de a pie de una convocatoria espontánea de protesta no ha recibido el menor eco de apoyo de quienes están por encima de todos obligados a fomentarla.
En suma, como tantas otras veces, los béticos nos hemos vuelto a quedar huérfanos. La concentración de defensa de los intereses del Betis planteada popularmente para el 18 de agosto a las 20:00 horas en la explanada de preferencia, se ha visto relegada al plano de lo íntimo, extendiéndose su conocimiento poco más allá de los contados centenares de “internautas verdiblancos” que vertemos en la web nuestra pasión bética. Pero es un asunto de honor, de dignidad, de esa rebeldía esencial que caracteriza el alma bética. El 18-A hay que estar en el Villamarín.
Pese a que en esta ocasión –media Europa me separa– no voy a poder ir, estaré allí porque en ese momento, seáis cuantos seáis, seréis el Betis, y nos encarnaréis a todos. No es una cuestión de número, es una cuestión de dignidad. Quiero que seáis muchos miles los físicamente presentes, pero si esta maldita orfandad, si este eterno tener que obrar desamparados, hicieran que de esta honorable protesta un acto sentido pero recogido, recordad lo que decían los primeros estatutos del Real Betis Balompié (El Reglamento de 1914, inmediato a la fusión entre el Real Betis FC y el Sevilla Balompié): “Esta sociedad no podrá disolverse mientras haya diez socios dispuestos a continuarla”. Esa modesta cifra fue considerada suficiente por los padres fundadores para mantener viva la llama que habría de deslumbrar al mundo.
Así pues, hagan lo que hagan los que deberían liderarnos, ocurra después lo que ocurra en los comités, seáis más o menos, tened presente en todo momento que los que allí estéis pasado mañana seréis un millón, porque portaréis por el beticismo todo la antorcha legendaria de la dignidad verdiblanca, seréis la prueba viva del que EL BÉTICO NUNCA SE RINDE.
¡18-A, JUSTICIA Y DIGNIDAD BÉTICA!
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