Ayer me rompí la voz con un profundo grito, con un grito lleno de angustia y sufrimiento. Se terminó la Liga, y sí, seguiremos una año más en Primera. Y es que se ha jugado con el Betis y eso no tiene perdón de Dios. Gracias Edu por salvarnos.

Hoy, Sevilla ha recuperado un color que estaba apagado, un sonrisa atenuada y una voz alegre.

Esta mañana he visto el contraste de los uniformes escolares con esa camiseta verdiblanca, ese polito o sudadera.

Me ha parecido ver brillar aún más esas banderas que cuelga en los balcones, que nos recuerda día a día que el Betis es un club grande, histórico y que ha cumplido 100 años.

He visto ese padre acompañando a su hijo (con eslática de las treces barras) al colegio con la sonrisa y a su vez con respiro.

Esa mirada cómplice en el trabajo, con los compañeros sufridores que por fin han podido respirar y tomar aire y también porqué no, ese compañero sevillista que te han sonreído tenuemente para que puedas entender que se alegra por tí pero lo suficiente sútil para que nadie sepa que eso es así.

Por fin, hemos tenido una alegría aunque no se pueda decir en voz alta.

Y ahora, cómo cuando uno al final de curso le veía las orejas al lobo, es el momento que tenemos que coger el toro por los cuernos y no caer en el mismo error, saquemos nuestro Betis adelante y acabamos por una vez por toda con esta DICTADURA.