Fabricio, portero propiedad del Valladolid que la pasada campaña jugó cedido en el Recreativo, pasó ayer reconocimiento médico en una clínica sevillana. Este hecho levantó los recelos del club pucelano, que quiere una cantidad económica por el traspaso o ser recompensado con el intercambio de jugadores. Fabricio fue repescado por el Valladolid a finales de mayo en contra de la voluntad del jugador, que expresó claramente que esa decisión había sido «triste» porque «desde siempre he dejado bastante claro que no quiero volver allí sea en la categoría que sea. Mi intención es la de querer salir amistosamente de allí e irme libremente a otro equipo que le pague al Valladolid la cantidad que ellos crean conveniente. Allí no fui feliz porque no me trataron como debieron hacerlo. Ninguna de las dos partes quiere que yo vuelva allí».
Por ello alcanzó un acuerdo con el Betis para, según algunas fuentes, las próximas cuatro temporadas. Sin embargo, el Valladolid no está muy por la labor de facilitar el traspaso. El Betis quiere que sea gratis o meter en el intercambio a alguno de los futbolistas con los que no cuenta pero los salarios y la posible reticencia de éstos no facilitan el acuerdo inmediato. La compensación económica es casi inviable, ya que sólo se contempla por ahora inversión en el caso de Matilla. Fabricio tiene un año más de contrato con los pucelanos y conociendo la mala relación con el club que tiene su propiedad su salida ha de ser este verano. El Betis tiene más porteros en su lista de futuribles, ya que desde la dirección deportiva tienen claro que uno de los porteros, seguramente Goitia, no va a seguir, aunque su situación ha de negociarse todavía.
El caso es que Fabricio, de 23 años y 1,84 metros, pasó reconocimiento médico en Sevilla pero nadie de club heliopolitano se atrevía ayer a confirmar este extremo. El mutismo en el Betis está motivado por la negociación abierta con el Valladolid y el enojo de este club por lo sucedido.


Problemas con el Valladolid en la negociación por Fabricio