Sábado 16 de julio de 2011| por Paul Benkimoun LE MONDE
¿Está amenazada la fertilidad masculina? Desde el mes de junio, se encuentra en desarrollo una controversia entre investigadores en torno de la realidad de una declinación de la concentración de espermatozoides en el esperma.
Este debate se entronca con el tema de los perturbadores endocrinos, respecto de los cuales la Oficina Parlamentaria de Evaluación de Opciones Científicas y Tecnológicas de Francia (Opecst) pide medidas de precaución en un informe hecho público el 13 de julio. La Opecst desea que se adopte el principio según el cual los productos específicamente destinados a las mujeres encintas y a los niños pequeños estén “exentos de perturbadores endocrinos”.
Un nuevo estudio danés contribuye a este debate yendo en contra de las inquietantes conclusiones de trabajos anteriores. Realizado por el equipo de Niels Skakkebaek (universidad de Copenhague), se llevó a cabo en el marco de un programa de análisis de la calidad del esperma entre niños daneses de 18 años de edad, como parte de un examen de aptitud para el servicio militar durante el período 1996-2010. Muestra una estabilidad en la cantidad de espermatozoides, en niveles relativamente bajos. El equipo de Niels Skakkebaeik es bien conocido: describió por primera vez, en un estudio publicado en 1992, una disminución mundial de casi la mitad en la cantidad de espermatozoides entre 1983 y 1990.
“CONDICIONES DE VIDA”
Esta afirmación hizo mucho ruido y el estudio ha sido después citado en más de mil artículos científicos. Desde entonces, diferentes trabajos han arrojado luces contradictorias: algunas muestran una declinación y otros la ausencia de una disminución en el número de espermatozoides.
“La evolución negativa durante medio siglo que describía Skakkebaek a partir de un análisis de la literatura científica fue igualmente evidenciada por la estadounidense Shanna H. Swan”, señala Bernard Jégou, del Instituto Nacional de Salud e Investigaciòn Médica (Inserm) de Francia. Según él, los estudios retrospectivos sufren no obstante de una “fragilidad” que explica que sólo representen “una huella del pasado, al mismo título que un fósil para un paleontólogo”.
Entre los estudios prospectivos recientes que han seguido en el curso del tiempo a una población, el danés mostró una disminución de la cantidad de espermatozoides, pero un estudio realizado en Malmö (Suecia), al igual que otra investigación llevada a cabo en Turku (Finlandia), no registraron variaciones. Datos recogidos en varias ciudades franceses ofrecen la misma discordancia: declinación espermático en París, pero ausencia de variaciones en Rennes o en Toulouse.
Pero Bernard Jégou observa que “la disminución se observa allí donde los niveles son más elevados, mientras que no hay variación donde son más débiles. Podría ser que factores medioambientales y ligados a las condiciones de vida hagan evolucionar hacia el promedio a los hombres que tienen valores altos de espermatozoides”.
Para Niels Skaekkebaek y sus colegas, no hay contradicción entre la declinación del número de espermatozoides entre 1938 y 1990 y una estabilización entre 1996 y 2010. Recuerdan en el sitio web de la revista Epidemiology que la tasa de cáncer testicular, aunque no ha variado en Dinamarca, es una de las más altas del mundo.
Una manera de oponerse a replantearse el rol nefasto que desempeñarían los perturbadores endocrinos. “Ese vínculo sólo se establece de manera indudable en los medios acuáticos y entre algunos animales de laboratorio como las *****. Disponemos de muy pocos datos sobre el hombre, pero los ejemplos catastróficos de la dioxina Seveso y del distilbeno son bastante inquietantes”, subraya Jégou. En esos dos casos, se encuentran las consecuencias sobre la población femenina y masculina en la descendencia de los individuos que han estado expuestos.
¿Está amenazada la fertilidad masculina? Desde el mes de junio, se encuentra en desarrollo una controversia entre investigadores en torno de la realidad de una declinación de la concentración de espermatozoides en el esperma.
Este debate se entronca con el tema de los perturbadores endocrinos, respecto de los cuales la Oficina Parlamentaria de Evaluación de Opciones Científicas y Tecnológicas de Francia (Opecst) pide medidas de precaución en un informe hecho público el 13 de julio. La Opecst desea que se adopte el principio según el cual los productos específicamente destinados a las mujeres encintas y a los niños pequeños estén “exentos de perturbadores endocrinos”.
Un nuevo estudio danés contribuye a este debate yendo en contra de las inquietantes conclusiones de trabajos anteriores. Realizado por el equipo de Niels Skakkebaek (universidad de Copenhague), se llevó a cabo en el marco de un programa de análisis de la calidad del esperma entre niños daneses de 18 años de edad, como parte de un examen de aptitud para el servicio militar durante el período 1996-2010. Muestra una estabilidad en la cantidad de espermatozoides, en niveles relativamente bajos. El equipo de Niels Skakkebaeik es bien conocido: describió por primera vez, en un estudio publicado en 1992, una disminución mundial de casi la mitad en la cantidad de espermatozoides entre 1983 y 1990.
“CONDICIONES DE VIDA”
Esta afirmación hizo mucho ruido y el estudio ha sido después citado en más de mil artículos científicos. Desde entonces, diferentes trabajos han arrojado luces contradictorias: algunas muestran una declinación y otros la ausencia de una disminución en el número de espermatozoides.
“La evolución negativa durante medio siglo que describía Skakkebaek a partir de un análisis de la literatura científica fue igualmente evidenciada por la estadounidense Shanna H. Swan”, señala Bernard Jégou, del Instituto Nacional de Salud e Investigaciòn Médica (Inserm) de Francia. Según él, los estudios retrospectivos sufren no obstante de una “fragilidad” que explica que sólo representen “una huella del pasado, al mismo título que un fósil para un paleontólogo”.
Entre los estudios prospectivos recientes que han seguido en el curso del tiempo a una población, el danés mostró una disminución de la cantidad de espermatozoides, pero un estudio realizado en Malmö (Suecia), al igual que otra investigación llevada a cabo en Turku (Finlandia), no registraron variaciones. Datos recogidos en varias ciudades franceses ofrecen la misma discordancia: declinación espermático en París, pero ausencia de variaciones en Rennes o en Toulouse.
Pero Bernard Jégou observa que “la disminución se observa allí donde los niveles son más elevados, mientras que no hay variación donde son más débiles. Podría ser que factores medioambientales y ligados a las condiciones de vida hagan evolucionar hacia el promedio a los hombres que tienen valores altos de espermatozoides”.
Para Niels Skaekkebaek y sus colegas, no hay contradicción entre la declinación del número de espermatozoides entre 1938 y 1990 y una estabilización entre 1996 y 2010. Recuerdan en el sitio web de la revista Epidemiology que la tasa de cáncer testicular, aunque no ha variado en Dinamarca, es una de las más altas del mundo.
Una manera de oponerse a replantearse el rol nefasto que desempeñarían los perturbadores endocrinos. “Ese vínculo sólo se establece de manera indudable en los medios acuáticos y entre algunos animales de laboratorio como las *****. Disponemos de muy pocos datos sobre el hombre, pero los ejemplos catastróficos de la dioxina Seveso y del distilbeno son bastante inquietantes”, subraya Jégou. En esos dos casos, se encuentran las consecuencias sobre la población femenina y masculina en la descendencia de los individuos que han estado expuestos.
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