Un mes después de asir con fuerza las riendas del equipo desde el minuto uno nadie puede negar a Paco Chaparro y sus ayudantes que la programación y la dedicación son absolutas. El profesionalismo con el que trabaja este Betis nada tiene que ver con el de aquellos predecesores que salieron por la gatera pero con los bolsillos repletos.

Y en Campoamor no es una excepción. La táctica va a ser una constante en los entrenamientos y tras los preámbulos físicos que lidera Carmelo del Pozo, ya es Chaparro quien también deja la banda que disfruta de la sombra y se va a los medios para, con una voz menos estruendosa que la del segoviano, dejar alguna indicación sobre cada ejercicio.

Fue en el partido matinal de entrenamiento cuando pudo oírsele: "Basculamos sin correr tanto, que luego acabamos extenuados y la perdemos". Trata Chaparro de que el equipo dosifique esfuerzos y de que la presión sea efectiva y coordinada ahorrando todo el oxígeno que sea posible.

El 4-3-3 sigue siendo la base y así forman sus equipos en los ensayos, ambos. José Mari y Pavone, a veces, actúan como delantero encerrado. En un área delimitada, justo delante del guardameta adversario, sólo pueden realizar los movimientos del pivote de balonmano: recibir de espaldas y tocar. "En los contraataques debemos buscar pelotas arriba", se le puede escuchar también a la persona más activa que haya dado la quinta del 43.

Lógicamente, son los movimientos defensivos, sin balón, los que más se ensayan. La mayor parte de los futbolistas detesta el trabajo sucio, la presión, y elige esta profesión por su gusto desde pequeño por el balón. ¿Y la presión de este nuevo Betis cómo será? Claro queda. Chaparro no cesa de hacer instrucciones. "Presionamos en la banda para que se vean obligados a jugar por el medio", receta. Ahí quiere hacerse fuerte el trianero. Evidentemente, en esa zona no abundan los espacios y, además, es donde ha parapetado a su Betis con los refuerzos de Emana y Mehmet Aurelio, principalmente éste.

Hora y media intensa. Y luego por la tarde otra vez. Todo masticado. Para que el futbolista sólo se dedique a obedecer en el trabajo y a descansar. Y cuando algo no le gusta, no se le oye un solo grito. Para el entrenamiento, se acerca y luce ese gesto que ya casi todos sus pupilos conocen. Son lecciones continuas de un hombre de fútbol.

El técnico Paco Chaparro parece haber ganado la enésima batalla que se ha planteado en el Betis respecto a la planificación deportiva. Y es que tras un par de semanas de discusiones sobre las necesidades que todavía tiene el plantel para ser más competitivo la próxima campaña, al fin, el club parece haberse puesto de nuevo las pilas en lo que a negociaciones serias se refiere.

Aunque la idea del consejero delegado era cerrar ya el grifo y no invertir demasiado más en apuntalar la plantilla, lo cierto es que la postura del entrenador ha surtido efecto. Sin ir más lejos, en la mañana del martes el Betis envió vía fax una oferta formal al Almería de 3 millones de euros por Mané, tras su intento fallido de negociar en un mismo paquete al lateral zurdo y a Bruno.

Esta propuesta ya es lo suficientemente importante como para que el jugador acabe en Heliópolis, sobre todo porque hace quince días Mané le arrancó a su club la promesa de que por una oferta de entre 3 y 4 millones sería vendido. El defensa, formado en las categorías inferiores del Atlético de Madrid, está convencido de que la negociación llegará a buen puerto, aunque el Betis todavía tendrá que elevar unos cientos de miles de euros su oferta para llevarse el gato al agua.

Mané, por su parte, ya tiene la mente puesta en el conjunto verdiblanco, con el que firmará por cinco temporadas. De hecho, está presionando a su club para que acepte ya. Es más, nada más aterrizar el martes al mediodía con su equipo en Holanda, el futbolista le comunicaba a los técnicos que ni siquiera iba a deshacer la maleta.

En el caso de Bruno, la situación es algo más complicada ahora mismo. Y es que el cuadro mediterráneo insiste en que por menos de 4 kilos no vende, pese a que acaba contrato en 2009.

Chaparro ya se ha puesto el embudo y empieza a tragar lo que le echen

FRANCISCO PÉREZ
Miércoles, 13-08-08
LA pregunta del millón cuando comenzó la pretemporada era si Paco Chaparro iba a tragar o no con lo que le echasen y ahora anda el hombre con el embudo en el hombro para no perder tiempo en ponérselo en la boca y que le vuelquen el granel unas cuantas veces al día. De lo que sea. De lo que le guste a la mayoritaria. Lo único bueno es que no corre el peligro de emborracharse y decir la verdad, que Lopera es abstemio del todo.
Chaparro tenía un proyecto que ha dejado de ser suyo. Ahora, por mucho ceño fruncido que ponga y mucho gesto de fastidio con que se maquille en público el trianero no engañará a nadie. Van a traerle lo que quieran, no lo que necesite, y él, como otros, que cometieron incluso la ingenuidad de hacerlo por escrito, firmarán el conforme. Es lo que tiene el de Jabugo Street: embauca para hacerte creer importante y en el momento preciso te demuestra que no eres nadie.
Lo bueno de llegar uno en su profesión con los deberes hechos a los 65 años es que puede mandar a hacer puñetas todo lo que no le guste. Mucho más joven, pero con un historial a sus espaldas, le cogió a Luis Aragonés, que un agosto de hace un puñado de años, al grito de «mejor morir de pie que vivir de rodillas», le dijo a Lopera «hasta luego, Lucas», sin caer en que se llamaba Manuel. O a lo mejor por eso. Chaparro no sólo no tiene un historial brillante atrás sino que ansía conseguirlo en la prórroga de su profesión. Nada que reprocharle, sino fuera porque resulta lamentable que el precio para tratar de conseguir el diploma que los conocimientos y el trabajo no le otorgaron aún sea abjurar de sus principios. Que en el paquete de miserias entre el matar al mensajero resulta lo de menos. Estamos tan acostumbrados que ya ni nos morimos.