Personalmente, pocas dudas tengo sobre la conveniencia del fichaje de Ricardo Oliveira: Poder disfrutar de un delantero como él abonando solo el 50% del pase (cuestión que me parece irrelevante como quiera que a su edad es complicado que haya un nuevo traspaso a mayor valoración) me parece no ya un lujo -pues en el Betis lamentablemente no estamos para eso- sino una necesidad en el plano deportivo.
Supongo que no es necesario recordar que el principal problema del Betis desde que volvió a Primera en 2001 es la falta de gol. O, al menos, el problema más constante: ha habido fases buenas en el centro del campo alternadas con otras desastrosas, carencias sin cubrir en el extremo zurdo durante muchos años, huecos desesperantes en los laterales... pero lo que ha sido una constante es la falta de un delantero centro capaz de marcar 20 goles por temporada y ser la referencia arriba.
Creo que todos recordaremos aquel mes de Diciembre de 2001 pidiendo un delantero al palco para un Juande que tenía al equipo en puestos de Champions a pesar de contar con Dani y Joao Tomas como principales referentes ofensivos, con Amato y Casas muy por debajo del nivel que habían tenido en 2ª. O el año en que Fernando fue el máximo goleador, en aquella época en la que de mediocampo hacia arriba teníamos una colección de mediapuntas. Todo eso tirando de memoria o de anécdotas: si se quiere, podemos tirar de estadísticas... (beticista, todo tuyo).
De repente, en el verano de 2004 no solo nos encontramos con el regreso del mejor entrenador de la Historia del Real Betis Balompié (con todos los respetos hacia el indudable beticismo y el proyecto del actual entrenador), sino además con la habilidad que este tuvo para -a pesar de que le hiciesen firmar un ridículo documento- forzar la contratación de un tal Edu y un tal Oliveira. El primer, birlándoselo al vecino. El segundo, rescatándolo de un Valencia que nos lo había birlado un año antes... realmente lo de Oliveira es una historia de ida y vuelta.
Lo que pasó en aquella temporada supongo que no es necesario recordarlo: a pesar del nivel de enfermedad institucional, a pesar del abandono de la cantera y de la Secretaría Técnica, a pesar de los pesares, al menos se invirtió bien en esos dos fichajes el dinero que los béticos generamos desde tiempos inmemoriales y en cantidades ingentes, y el mejor entrenador de la historia del Real Betis Balompié volvió a demostrar que él sí era capaz de sacar rendimiento a una plantilla adocenada y acomodada tras dos años con Victor Fernández.
La forma en que aquello se produjo, eclosionando en los días mágicos de Mayo y Junio de 2005, también es bien recordada: Con una defensa muy lejos del nivel de solidez que tuvo la primera época de Serra, el mister apostó por la movilidad y la velocidad arriba: una línea de 3 con Fernando y Edú en estado de gracia e intercambiando posiciones, el mejor Joaquín que hemos visto y un delantero como no habíamos visto nunca (ni siquiera con Alfonso, que era un estilo diferente): resolutivo, rápido, elegante y con capacidad para fabricarse los goles.
Llegó después aquella fatal lesión en la Champions, y la estancia de Oliveira en Brasil, y la representación de aquella farsa cuyos capítulos algún día se escribirán. No ahora, evidentemente, aunque no me cabe duda de que alguno habrá pasado cuentas pendientes aprovechando la urgencia de alguno, igual que en su día ese uno, como hace siempre, aprovecharía la situación del primero para barrer para casa. Casa que no es el Real Betis Balompié, aunque sea innecesario aclararlo, sino la suya propia.
Y vino la venta de Oliveira (repito, la venta: hubo más de deseo de vender a Oliveira que deseo de Oliveira de salir, aún cuando muchos jugadores e intermediarios brasileños ya se sabe), venta que podría haberse evitado perfectamente -si se quiere, ahondamos en ese asunto, aunque no creo que convenga-. Una venta que, conviene recordarlo, se produce en paralelo con la de Joaquín, valorándose la primera en 17,5 millones a pagar por el Milán más 8 millones en los que se valoraba a Vogel, y la segunda en 25 millones.
En definitiva, que en Agosto de 2006 se traspasó a uno de los mejores "nueve" que había pasado por Heliópolis por 17,5 millones más Vogel (sin comentarios)... lo cual es lo mismo que decir por 17,5 millones. Para "compensar" la venta del delantero y el extremo, vinieron Sobis y Odonkor por 8,5 y 7 millones (sin comentarios) y, un año más tarde, Pavone por 6 millones (sin comentarios).
Es conocido, porque así lo han puesto de manifiesto asociaciones como PNB y el mismo CSD, que el Real Betis Balompié S.A.D. estaba en quiebra técnica a 30 de Junio de 2006: Esto ya de por sí explica y justifica por si mismo la venta de Joaquín, en mi opinión muy bien vendido habida cuenta de precio. Lo que nunca entendí, pues no era explicable en términos financieros ni deportivos, fue la venta de Oliveira: el gol cuesta dinero, y cuando lo tienes lo más inteligente es no desprenderte de él. Vender a un delantero como Oliveira por 17,5 millones (más Vogel...), sin tener necesidad de ello al haber vendido ya a Joaquín fue una decisión que, aún hoy, me sigue resultando incomprensible.
Lo que vino después de aquel verano de 2006, en el que salieron de una tacada Serra, Joaquín y Oliveira para evitar que persona alguna hiciese sombra al omnipresente, es de sobras conocido: vergüenza, oprobio, indignidad... ya escribiremos algo sobre la cuestión en tiempos futuros... y, en el plano deportivo, para qué contar: El Betis volvió a ser esa máquina que devora jugadores y entrenadores, ese cesto en el que cualquier manzana que se ponga empeora su aspecto, en el que los jugadores buenos se cansan al poco tiempo y los pasables acaban arrastrándose por el campo. Y, en lo referido al gol, ese equipo en el que hay que rezar para que aparezcan Edu o Emana, sin que ello suponga reproche alguno a la lucha de Pavone o Sergio García.
2 años y medio después, vuelve Ricardo. El mismo que se vendió por 17,5 millones (más Vogel). El mismo que ahora recuperamos en un 50% -nosotros, nuestro dinero, no se olvide- por 9 millones, según dicen. En el tránsito, supongo que nos hemos ahorrado su ficha y esos 8 millones. No obstante, considerando que en dicho tránsito nos lo hemos gastado en Sobis, Odonkor, Pavone, Jose Mari, Caffa o Mark, creo que puede afirmarse, sin desmerecer a nadie, que tal vez hubieran estado mejor invertidos en mantener a Ricardo con nosotros durante estos 30 meses.
Así pues, más que contento o ilusionado, estoy aliviado por la vuelta de Ricardo Oliveira. Y, por supuesto, doy el dinero por bien empleado a pesar de su edad y las incógnitas sobre su rendimiento, pues quiero pensar que no será otra manzana que se pudre en el cesto, sino de las que consigue mantenerse fresca e incluso contagiar de salud a las que le rodean. Ojalá sea así, y ojalá dejen a Chaparro trabajar teniendo un "nueve" como Oliveira.
Pero, dicho eso, digo yo: ¿No hubiera sido más fácil no venderlo?
Supongo que no es necesario recordar que el principal problema del Betis desde que volvió a Primera en 2001 es la falta de gol. O, al menos, el problema más constante: ha habido fases buenas en el centro del campo alternadas con otras desastrosas, carencias sin cubrir en el extremo zurdo durante muchos años, huecos desesperantes en los laterales... pero lo que ha sido una constante es la falta de un delantero centro capaz de marcar 20 goles por temporada y ser la referencia arriba.
Creo que todos recordaremos aquel mes de Diciembre de 2001 pidiendo un delantero al palco para un Juande que tenía al equipo en puestos de Champions a pesar de contar con Dani y Joao Tomas como principales referentes ofensivos, con Amato y Casas muy por debajo del nivel que habían tenido en 2ª. O el año en que Fernando fue el máximo goleador, en aquella época en la que de mediocampo hacia arriba teníamos una colección de mediapuntas. Todo eso tirando de memoria o de anécdotas: si se quiere, podemos tirar de estadísticas... (beticista, todo tuyo).
De repente, en el verano de 2004 no solo nos encontramos con el regreso del mejor entrenador de la Historia del Real Betis Balompié (con todos los respetos hacia el indudable beticismo y el proyecto del actual entrenador), sino además con la habilidad que este tuvo para -a pesar de que le hiciesen firmar un ridículo documento- forzar la contratación de un tal Edu y un tal Oliveira. El primer, birlándoselo al vecino. El segundo, rescatándolo de un Valencia que nos lo había birlado un año antes... realmente lo de Oliveira es una historia de ida y vuelta.
Lo que pasó en aquella temporada supongo que no es necesario recordarlo: a pesar del nivel de enfermedad institucional, a pesar del abandono de la cantera y de la Secretaría Técnica, a pesar de los pesares, al menos se invirtió bien en esos dos fichajes el dinero que los béticos generamos desde tiempos inmemoriales y en cantidades ingentes, y el mejor entrenador de la historia del Real Betis Balompié volvió a demostrar que él sí era capaz de sacar rendimiento a una plantilla adocenada y acomodada tras dos años con Victor Fernández.
La forma en que aquello se produjo, eclosionando en los días mágicos de Mayo y Junio de 2005, también es bien recordada: Con una defensa muy lejos del nivel de solidez que tuvo la primera época de Serra, el mister apostó por la movilidad y la velocidad arriba: una línea de 3 con Fernando y Edú en estado de gracia e intercambiando posiciones, el mejor Joaquín que hemos visto y un delantero como no habíamos visto nunca (ni siquiera con Alfonso, que era un estilo diferente): resolutivo, rápido, elegante y con capacidad para fabricarse los goles.
Llegó después aquella fatal lesión en la Champions, y la estancia de Oliveira en Brasil, y la representación de aquella farsa cuyos capítulos algún día se escribirán. No ahora, evidentemente, aunque no me cabe duda de que alguno habrá pasado cuentas pendientes aprovechando la urgencia de alguno, igual que en su día ese uno, como hace siempre, aprovecharía la situación del primero para barrer para casa. Casa que no es el Real Betis Balompié, aunque sea innecesario aclararlo, sino la suya propia.
Y vino la venta de Oliveira (repito, la venta: hubo más de deseo de vender a Oliveira que deseo de Oliveira de salir, aún cuando muchos jugadores e intermediarios brasileños ya se sabe), venta que podría haberse evitado perfectamente -si se quiere, ahondamos en ese asunto, aunque no creo que convenga-. Una venta que, conviene recordarlo, se produce en paralelo con la de Joaquín, valorándose la primera en 17,5 millones a pagar por el Milán más 8 millones en los que se valoraba a Vogel, y la segunda en 25 millones.
En definitiva, que en Agosto de 2006 se traspasó a uno de los mejores "nueve" que había pasado por Heliópolis por 17,5 millones más Vogel (sin comentarios)... lo cual es lo mismo que decir por 17,5 millones. Para "compensar" la venta del delantero y el extremo, vinieron Sobis y Odonkor por 8,5 y 7 millones (sin comentarios) y, un año más tarde, Pavone por 6 millones (sin comentarios).
Es conocido, porque así lo han puesto de manifiesto asociaciones como PNB y el mismo CSD, que el Real Betis Balompié S.A.D. estaba en quiebra técnica a 30 de Junio de 2006: Esto ya de por sí explica y justifica por si mismo la venta de Joaquín, en mi opinión muy bien vendido habida cuenta de precio. Lo que nunca entendí, pues no era explicable en términos financieros ni deportivos, fue la venta de Oliveira: el gol cuesta dinero, y cuando lo tienes lo más inteligente es no desprenderte de él. Vender a un delantero como Oliveira por 17,5 millones (más Vogel...), sin tener necesidad de ello al haber vendido ya a Joaquín fue una decisión que, aún hoy, me sigue resultando incomprensible.
Lo que vino después de aquel verano de 2006, en el que salieron de una tacada Serra, Joaquín y Oliveira para evitar que persona alguna hiciese sombra al omnipresente, es de sobras conocido: vergüenza, oprobio, indignidad... ya escribiremos algo sobre la cuestión en tiempos futuros... y, en el plano deportivo, para qué contar: El Betis volvió a ser esa máquina que devora jugadores y entrenadores, ese cesto en el que cualquier manzana que se ponga empeora su aspecto, en el que los jugadores buenos se cansan al poco tiempo y los pasables acaban arrastrándose por el campo. Y, en lo referido al gol, ese equipo en el que hay que rezar para que aparezcan Edu o Emana, sin que ello suponga reproche alguno a la lucha de Pavone o Sergio García.
2 años y medio después, vuelve Ricardo. El mismo que se vendió por 17,5 millones (más Vogel). El mismo que ahora recuperamos en un 50% -nosotros, nuestro dinero, no se olvide- por 9 millones, según dicen. En el tránsito, supongo que nos hemos ahorrado su ficha y esos 8 millones. No obstante, considerando que en dicho tránsito nos lo hemos gastado en Sobis, Odonkor, Pavone, Jose Mari, Caffa o Mark, creo que puede afirmarse, sin desmerecer a nadie, que tal vez hubieran estado mejor invertidos en mantener a Ricardo con nosotros durante estos 30 meses.
Así pues, más que contento o ilusionado, estoy aliviado por la vuelta de Ricardo Oliveira. Y, por supuesto, doy el dinero por bien empleado a pesar de su edad y las incógnitas sobre su rendimiento, pues quiero pensar que no será otra manzana que se pudre en el cesto, sino de las que consigue mantenerse fresca e incluso contagiar de salud a las que le rodean. Ojalá sea así, y ojalá dejen a Chaparro trabajar teniendo un "nueve" como Oliveira.
Pero, dicho eso, digo yo: ¿No hubiera sido más fácil no venderlo?
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