Asisto desde ayer perplejo a estas conversaciones que jamás llegarán a ninguna parte, vista la calaña de algunos de los interlocutores.

No desvíen el asunto con las visitas de escolares en las que ven cómo se hace un periódico, se elabora y embotella una coca cola o se fabrica un donuts, porque esto no tiene nada que ver.

Mientras éstas últimas son visitas y/o actividades escolares de gran riqueza visual y educativa para el pequeño, las que nos ocupan son pura y dura propaganda, lo haga quien lo haga.

De toda la vida se ha invitado a colegios al fútbol -Mahoma iba a la montaña- pero nunca hasta hace un par de años la montaña fue a Mahoma.

Fue ese club al que ni nombrar quiero el que se sacó de la manga tal ardid, con unos escenarios perfectamente planificados que nunca debieron ser el de los colegios, lugar al que asisten imberbes fácilmente impresionables. Estas maniobras estarán muy bien para campus o escuelas de verano que el club organice y donde, por tanto, los pequeños inscritos pertenezcan a esa tendencia deportiva que, francamente, no debería existir. Esa tendencia, claro.

Lamentablemente el Betis actual -que todo lo copia- ha caído en la misma estrategia, lo que deploro igual de rotundamente.

Lo que como padre de una hija de 5 años tengo clarísimo son dos cosas: si alguna vez ese club innombrable se atreve a hacer algunas de sus pantomimas en el colegio de mi hija, ese día ella no va al colegio.

Pero si, por un descuido fatal, mi hija está allí presente y compruebo que su profesora la ha obligado a colocarse una camiseta que contenga cualquier enseña o referencia cancerígena...se le cae el pelo ante la dirección del centro o el Delegado Provincial de Educación...que casualmente tiene también a sus hijos en el mismo colegio que yo.

Espero que el Real Betis se aparte inemdiatamente de estas artimañas y se vuelva a lo de toda la vida. Que los niños vayan a los estadios, los que quieran y con el permiso de sus padres. La montaña en su sitio.

Sobre todo porque seguro que hay muchos que piensa exactamente igual que yo en las dos orillas, la de la religión verdadera... y la otra.