Tras el éxito que supuso la construcción de la nueva grada de Gol Sur y a pocas semanas de que arranquen las obras de la Ciudad Deportiva para la cantera en Dos Hermanas, el Betis estudia ya el que, a medio plazo, será su próximo gran proyecto: el cierre definitivo del estadio Benito Villamarín levantando una nueva zona de Preferencia. Una edificación estratégica tanto por cuestiones de confort como económicas y de imagen.

En el actual Consejo de Administración hay convencimiento de que terminar de darle forma al recinto heliopolitano debe ser una prioridad. Eso sí, siempre que no suponga un endeudamiento para el club, por lo que la idea inicial es esperar al menos a que el equipo logre estar un par de temporadas consecutivas en Europa, con los ingresos que ello conlleva, para acometer una reforma de tal envergadura.

La construcción de una nueva grada de Preferencia podía superar los 25 millones de euros de coste, por lo que en el Betis aguardarán a que la situación económica de la entidad sea lo suficientemente holgada como para ponerla en marcha. Disputar competiciones continentales con asiduidad, seguir profundizando en el mercado de plusvalías de futbolistas y aumentar los ingresos por publicidad son aspectos clave para ello.



En la planta noble del Benito Villamarín, además, son conscientes de que esta edificación obligará a que el equipo tenga que jugar una temporada completa lejos de su estadio. Existe en el proyecto la opción de construir la grada por fases para evitar el traslado, pero es a priori la opción menos recomendable por muchos motivos (costes, comodidad, plazos, disponibilidad de asientos e incluso por cómo pueda afectar deportivamente jugar en un estadio en obras).

Así, la opción que se maneja, para el momento en que se decida arrancar el proyecto, es la de trasladarse una temporada al Estadio Olímpico de la Cartuja, algo que conllevaría también un importante trabajo burocrático no sólo para obtener los permisos necesarios, sino también para adecuar el recinto, en preocupante desuso, a las exigencias de un equipo de Primera división y de competiciones de élite como LaLiga.

Levantar una nueva grada de preferencia requeriría, como mínimo, un año entero de trabajos, incluyendo la demolición de la actual. Y aunque, lógicamente, sería una incomodidad para los aficionados, a la larga repercutiría de manera muy positiva en el crecimiento de la entidad por numerosos motivos, más allá de los relacionados con la imagen y la satisfacción de contar por fin con un estadio renovado en su totalidad.

Unir las dos gradas de Gol con la de Preferencia permitirá crear asientos en los córners, que no existen en la actualidad. Y gracias a estas nuevas butacas, el Betis podrá ampliar significativamente las zonas VIP del estadio sin que se vea reducida la capacidad del recinto. Estas zonas premium, cada vez más demandadas, generan importantísimos ingresos para el club y permiten cumplir las exigencias de la UEFA para albergar partidos relevantes, como finales o encuentros internacionales de selecciones.

Una grada más vertical

Lógicamente, el confort en la nueva grada de Preferencia será mucho mayor que en la actual, y por su diseño, presentará un aspecto ligeramente más vertical, acercando a los aficionados al césped. Una disposición diferente a la que ofrece en estos momentos, más apaisada, y que permite generar un ambiente de mayor presión a los rivales durante los partidos.

La nueva Preferencia permitirá además la renovación completa de las oficinas del club, que también tendrían que trasladarse temporalmente durante las obras a otra ubicación, y la creación de nuevos espacios multiusos con los que el Betis espera aumentar sus ingresos. Habrá que esperar para que esta renovación se ponga en marcha, pero la maquinaria verdiblanca ya trabaja en silencio en su próximo proyecto estratégico.