Nabil

 

Pues me quedaba por hacer la recontracrónica sobre la jornada en la que todo estaba saliendo de rechupete y vas y te lesionas. Y de gravedad.

 

Nabil, no es tu culpa, claro está, seguro que ahora mismo estás recomiéndote por dentro por perderte esta cresta de la ola en la que has participado peleándote contra patadas y más patadas, contra defensas diseñadas para pararte por lo civil o por lo… Y ahí has estado.

 

A los genios no se les puede pedir siempre la gloria, se alcanza pocas veces y si son gente como tú, esas pocas son más. En la tierra del Faraón de Camas tú sabes lo que significa abrir el tarro de las esencias y te hemos visto hacerlo muchas veces.

 

Tu rodilla ha dicho basta. Con la otra rodilla ya te dijeron que eras un juguete roto y apareciste por la puerta de cristales del Villamarín para demostrar que eras campeón del mundo. Que el carácter que te sobra lo has convertido en magia verdiblanca y que ya estás considerado uno de los mejores jugadores de la historia de nuestro Betis.

 

Rabia me da no verte el domingo que viene por tu lesión, pero ya estamos contando los días que faltan para que vuelvas. Tuyas son muchas de las jugadas que han apuntalado los 40 puntos que tiene el Betis. De tus compañeros ponerlas en valor y sacar, entre todos, la sangre para mirar hacia arriba y no temblar con lo de abajo.

 

Recupérate, te esperamos, porque te has ganado que te esperemos, porque te has ganado que sigamos buscando la plaza que haga que, cuando vuelvas, te ilusione como nos has ilusionado las temporadas que llevas pisando la pradera del Villamarín.