Desde hace 15 días, nos levantamos cada mañana con la misma imagen, quizás nuestro egoísmo, nuestra soberbia, arrogancia y ambición nos ha llevado a vivir una situación inimaginable, la peor de nuestras pesadillas.
Todo esto pasara y nos levantaremos un día, no con la música de I got you babe como en la película sino con nuestro himno y entenderemos que debemos revisar nuestras vidas y plantearnos cuales son nuestras verdaderas prioridades.
Nuestra vida se ha venido abajo de golpe, por primera vez hemos visto las orejas al lobo, nuestra prioridad es la salud, hemos apartado la libertad, nuestro trabajo, el dinero, añoramos a nuestro padres, abuelos y seres queridos, tan cerca en la distancia pero tan lejos por la situación. Cuanto echamos de menos un beso o un abrazo de nuestros padres con el miedo si ya no lo volveremos a hacer.
Incluso la pasión visceral verdiblanca se ha visto alterada por esta pandemia. Sin futbol, sin ninguna disciplina, confinados, sólo podemos seguir animando desde casa.
Nadie podía esperar que la mejor campaña del Real Betis FS de su historia, primeros en la clasificación a falta de 7 jornadas, a un paso del ascenso a primera división, clasificados para la Final Four de Copa del Rey, quedara en un segundo plano sin saber si las competiciones se podrán reanudar debido a una situación ajena al mundo deportivo que afecta a nivel mundial.
Los de Juanito llegaban a la 23ª jornada en su mejor momento, a 5 puntos del segundo clasificado UMA Antequera, a 7 del tercero y cuarto y a 10 del quinto, todo estaba de cara para conseguir el tan ansiado ascenso y como premio final la participación en la final de Copa del Rey, primer conjunto de segunda que consigue disputar esta finalísima.
Situación inédita en la ciudad de la primavera, Sevilla coronada de azahar no puede recibir a la estación de las flores, calles vacías, primavera olvidada, pero Sevilla no olvida, Sevilla se cuida para salir con más fuerza a recibirla, a agasajarla como se merece con el sonido del agua en el callejón, el olor a incienso impregnado, presenciar un mosaico de colores en los balcones y poder disfrutar de los abrazos y besos antaño ignorados.
El día de la marmota pasará y todos volveremos a cantar “Betis, Betis, Betis”