La resiliencia es aquella capacidad del ser humano para adaptarse a situaciones adversas. Se trata de una capacidad casi inherente para todo aquel que quiera comer del fútbol con la competitividad que reina hoy en día en las competiciones de máximo nivel. Esta virtud es la que ha hecho gala en su carrera Rubi, que no llega en buen momento al banquillo del Betis, aunque no por ello no deja de ser una de las opciones más sensatas que ofrecía el mercado para reemplazar a Quique Setién.
Desde que se paseó por las divisiones inferiores catalanas hasta que consiguió su primera oportunidad en Primera de la mano del Levante, Rubi ha sufrido una evolución y aprendizaje constante en los que ha ido creciendo como entrenador, a pesar de que su estilo metódico nunca tuvo un proyecto de cierta continuidad en el que poder desarrollar una idea. Eso sí, sus aventuras en Orriols y El Molinón dejaron en sus equipos dos señas de identidad claras: valentía y mano de entrenador. Algo que no les valió para mantener en la categoría a dos conjuntos con pocos recursos.
En Huesca tuvo su primera oportunidad seria de dirigir a un equipo desde la pretemporada. Los oscenses eran un conjunto cuyo objetivo temporada tras temporada era mantener la categoría, tanto por historia como por presupuesto. Pero el carácter ganador de Rubi quedó marcado desde su llegada, cuando a su presentación con los jugadores les indicó que el objetivo era el ascenso. Y cumplió, porque su equipo hizo de El Alcoraz su fortín con un juego vertical y ofensivo, aunque sin renunciar a otros recursos como la salida en largo y la estrategia.
Pero Rubi quería más, por eso, en vez de afrontar la primera aventura del Huesca en la máxima categoría, aceptó la oferta del Espanyol. En Cornellà, el técnico catalán adaptó su estilo a los jugadores con los que contaba y los potenció de forma notable. Borja Iglesias, con sus 17 tantos, ha sido el gran referente de un equipo en el que Hermoso, Melendo y Marc Roca han sido otros de los protagonistas de la temporada de los periquitos. Estos nombres adquieren especial relevancia, ya que la confianza en los más jóvenes ha sido fundamental para la consecución de sus objetivos.
No obstante, Rubi ha tenido que superar situaciones muy difíciles para cualquier técnico. Ya en Huesca tuvo que levantar una racha de ocho partidos seguidos sin ganar que le alejaron del ascenso a dos meses de terminar la temporada y otra racha en el Espanyol con una victoria en diez partidos que a punto estuvo de costarle el puesto. Una regularidad que debe seguir buscando ya que, en plazas complicadas como el Villamarín, quizás no tengan un desenlace tan feliz como en sus dos aventuras anteriores.
En cuanto a la plantilla que tiene en el Betis actualmente, cuenta con la ventaja de tener a varios futbolistas que ya han estado entre sus filas, como Bartra, Tello o Camarasa, algo que facilitará a implantar su idea en el vestuario. Después de la radicalidad de la estructura de juego de Setién, la de Rubi no costará en calar entre sus futbolistas, ya que se trata de una metodología más variada y fijada según el rival. Además, necesitará del apoyo de la secretaría técnica en el mercado para conseguir una mayor variedad de jugadores en las bandas, prioritarias en su modelo, y paliar los defectos de una delantera que este año ha contribuido de forma clara a no cumplir el objetivo.
El mayor problema que se encuentra el de Vilasar de Mar es la inestabilidad social que atraviesa el club. Su modesta trayectoria en comparación con los elevados retos que plantea la afición no ha entusiasmado en exceso a la hinchada bética, unido a que sus principales valedores y máximos accionistas del club, Haro y Catalán, se encuentran en tela de juicio por sus problemas con el ídolo de la entidad y hasta la fecha vicepresidente deportivo Lorenzo Serra Ferrer. Por eso, Rubi se enfrenta no solo a su mayor reto deportivo hasta la fecha y con más exigencia, sino que deberá superar con nota unos primeros meses para no caer en un suelo que ya se tambalea bajo sus pies apenas días después de haber aterrizado en Heliópolis. Otro desafío por el que le tocará seguir aprendiendo del ambiente que le rodea y hacer disfrutar al público para que este solo mire al terreno de juego y no empiece a mirar demasiado pronto al banquillo y a la grada.