Recontracrónica: Qué partido más bonito… Si no eres del Betis

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Jugar contra el Madrid se ha traducido, para mí, desde hace años en el trámite que hay que pasar para seguir a lo nuestro, a la liga. Con el Barcelona igual.

Sabemos lo que hay, el campo se llena de personajes con bufandas y camisetas recién estrenadas del Madrid y que cuando llegan al Villamarín tardan lo más grande en encontrar el asiento, seguramente desparejado de su acompañante.

Ya temes la primera oportunidad del Madrid, aunque dé en el palo del banderín de córner, que saltarán con un UYYYYYY mientras graban el mítico momento con el móvil desde la otra punta del campo.

Es incómodo, diferente a cuando un aficionado del Valladolid o del Mallorca está comiéndose las pipas, las uñas y las orejas, sufriendo como tú cada oportunidad perdida. Existe un hermanamiento que he disfrutado durante lustros.

Pero este partido, este cero a cero, este empate, ha sido un tan grande partido que un bético casi que no lo ha disfrutado.

Sabemos de árbitros, sabemos de jugadores hormonados a millones, sabemos de periodistas que nos toman por un sparring de quinta división vietnamita y que no tienen ni la decencia de aprenderse el nombre de los béticos.

Hasta eso estoy deseando que pase, salvo por lo que me divierte escuchar, en los programas nocturnos, los mil matices que introducen los periodistas capitalinos para querer ganar el partido como el Cid, después de muerto.

Pues no, por mucho que sean mil veces las que saquen el penalti no fue… ni se pitó. Por mucho que se hable de las veces que ellos creen que el equipo de la quinta división vietnamita tenía que haber ardido en el infierno antes de tocarle un pelo del tupé del de la banda, el resultado es el que es. Un empate que amarga a la prensa capitalina a la que ya sólo le queda hablar de lo de siempre, de las mil maneras de fichar a Halland o los mil disgustos de Mbappé con el PSG.

Ya pasaron los dos de arriba, los que tienen que ganar por decreto, los que tienen que ir a vender camisetas a los posturitas de la Arabia profunda en sus estadios con aire acondicionado.