Recontracrónica: Ya lo has vivido. Real Betis – Sevilla FC

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Llevabas todo el fin de semana nervioso, no sabías si ir más temprano o más tarde. ¿Qué llevar?, si la camiseta o una sudadera. Al final, medio para contentarme a mí, y porque te gustaba, te pusiste mi polo del centenario, el de bandas blancas y verdes horizontales, que tiene tu edad y que te queda grande, pero ahí lo llevabas.
 
Te llevó al Villamarín tu madre, poco futbolera pero bética consorte, y desde el campo me enviaste el mensaje que todo padre espera: «estoy dentro». Y has disfrutado de la previa, te imagino cantando a pulmón el himno, en comunión con los 50000 béticos que habéis estado ahí bufanda en alto.
 
Habrás visto llena la zona visitante, eso también es el derbi, soñando con que se vayan cabizbajos, igual que ellos sueñan lo mismo de nosotros. Es nuestro derbi, algo que es difícil de igualar o vivir no sólo en España, sino en el mundo.
 
Has vivido lo que es un partido único, diferente, que, por lo habitual, no tiene mucho fútbol, en el que los árbitros difícilmente saben controlar, donde el veneno y la sangre hierven a partes iguales, por lo que implica un lunes después de un domingo de derbi.
 
Estas rarezas hacen también ese callo verdiblanco, donde estas batallas se recuerdan como finales, y a ti te ha tocado el derbi del 10 contra 9, donde un empate ha dejado a las dos aficiones contentas o descontentas por igual, y a los 9 jugadores nuestros los has visto luchar como jabatos, y un chico de la cantera ha sido el mejor salvando goles, y el Panda se ha ido expulsado con Fekir. Todo en un derbi
 
Me apena el empate, pero hay empates que saben a amargas victorias.
 
Y así recordarás tu primer derbi, yo lo recordaré como el Betis-Sevilla donde me quedé en casa para que tú lo vivieses en el Villamarín.